¿Seré yo?
Todos sabíamos que aquella Pascua no iba a ser como las demás. La Madre de Jesús, María Magdalena y Salomé habían preparado con especial esmero lo necesario para la cena, y el Señor, antes de comenzar, nos había lavado los pies como si fuera nuestro esclavo. Fue un gesto escandaloso y humillante, pero solo Pedro se atrevió a protestar. Arrodillado frente a mí, el Maestro fue desatando despacio las correas de mis sandalias. Yo también hice ademán de resistirme, pero Jesús me miró a los ojos con una dulzura inexplicable mientras me agarraba los tobillos con fuerza. Al fin me dejé limpiar por las manos de mi Dios y por un momento sentí que aquella agua clara estaba lavando también toda la suciedad de mi alma.
—Uno de vosotros me va a entregar.
Llevábamos pocos minutos en la mesa cuando Jesús pronunció estas palabras. Fue como si un rayo maldito salido del infierno congelara de pronto la atmósfera. Algunos protestaron sin atreverse a levantar la voz . Solo Juan preguntó algo al Maestro en voz baja.
—¿Seré yo?
No. No es posible. He dicho muchas veces que daría mi vida por él. Cuando se empeñó en ir a Betania para curar a su amigo Lázaro a pesar de que los judíos le buscaban para matarlo, expresé con todas mis fuerzas mi decisión de seguir a Cristo hasta las últimas consecuencias:
—¡Vayamos todos —dije—, y muramos con él!
Jesús entonces sonrió mientras me susurraba con un punto de melancolía:
—Tomás, Tomás…
Dos días después yo también, como Judas, deserté del Maestro. Toda mi pasión se convirtió en hielo, y Pedro tuvo que salir a buscarme para que regresara a casa.
Ahora soy casi un anciano. He predicado el Evangelio en Persia y en la India. Sé que pronto moriré, pero hasta que llegue ese día, tendré presentes aquellas palabras oídas en el Cenáculo: "uno de vosotros me va a entregar".
Y pediré al Señor que no sea yo; que vuelva a lavarme otra vez, como aquella noche.
6 comentarios:
Tomas, conozco a los nietos de aquellos discípulos tuyos de Kerala y los veo ir a comulgar cada Domingo. Familias enteras con niños de ojos vivos y limpios, algunos recién nacidos, morenitos y siempre bien vestidos. Gente humilde. Y esta Semana acompañan a Jesus como tu les enseñaste. Gracias por ser fiel Tomas, Santo Tomás.
Gracias
Feliz cumpletortas...
Sé agua fresca para estos pies cansados y polvorientos. Que el contraste de tu líquida ternura con mi piel fría y encallecida produzca un despertar consciente e inolvidable... Nunca más dormitaré en la sombra, jamás oiré rumores que me parezcan ajenos; el tono armonioso pero fuerte de tus palabras permanecerá en mis oídos como la memoria más dulce y enérgica, sin embargo, para acompañar cada paso de mi vivir errante.
Todavía resuena en mí la voz del agua al caer sobre el empeine. Su resbalar hacia unos dedos duros y rugosos; su ocultarse entre los pliegues rudos de mi andar tosco hasta remansarse en el pequeñísimo lago que reblandece esta planta dura en la que Tú mismo me apoyas en este instante y siempre. Tu agua, tu mirar ¡tu gesto! Son otra vez bálsamo de amor misericordioso
Me salió así, perdón y gracias
Gracias
No se que decir, la verdad. También yo puedo negar y pasar indiferente y no atreverme ni a preguntar:¿acaso soy yo Señor?. Por si acaso. Solo puedo decir. ¡Perdóname! Motivos hay. Hoy me confesé. Le doy ¡Gracias! Adiosle
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