Aquella
noche, por primera vez en muchos años, Taquito durmió de un tirón y al
despertar, se encontró tan contento y descansado como si hubiese estado en la
cama mes y medio.
―Qué sueños
más raros he tenido últimamente, pensó. Me parece que el espejo mágico me ha
gastado una broma.
Después de
desayunar, con cierto temor, llamó al jefe de los esclavos:
―Dile a Ana
que venga inmediatamente.
―¿Ana,
señor? No tenemos a nadie con ese nombre… Si quiere, le envío a Lucía, que…
Zaqueo negó
con la cabeza en silencio y decidió retirarse a su habitación secreta, a pesar
de que, sin la presencia de la niña, no era lo mismo y empezaba a estar harto
del espejito.
Estaba a
punto de abrir la puerta de los siete cerrojos, cuando oyó el griterío de la
gente.
―¡El
Mesías! ¡Ha llegado Jesús, el Hijo de David!
Todos los habitantes
de la ciudad habían salido a la calle, y Zaqueo, que algo había oído decir de
Jesús de Nazaret, no quiso ser menos. Echó a correr por los pasillos y se
encontró rodeado de sus propios esclavos, que corrían en la misma dirección sin
cederle el paso.
Ya en la
calle por poco le da un ataque: las gentes formaban una muralla que le impedía
ver al Señor. Zaqueo entonces trató de hacer lo de siempre. Dando un empujón al
que tenía más cerca, le gritó:
―¡Eh, tú,
quítate de ahí o digo a mis criados que te echen a latigazos!
Pero el
tipo aquel pareció no enterarse.
Entonces
Taquito vio a Ana. Estaba allí mismo, a pocos metros, y le hacía señas para que
le siguiese. Taquito fue corriendo tras ella y, como los dos eran tan pequeños,
se colaron entre las piernas de la gente hasta llegar a una especie de
plazoleta presidida por un árbol muy alto. Era una higuera.
―Ahí tienes
la solución ―le dijo entonces Ana―; te subes a la higuera y verás a Jesús la
mar de bien. Como pesas poco, seguro que eres capaz de subir hasta arriba.
Taquito se
enfadó:
―¡Estás
loca! Se reirían todos de mí. Soy un personaje importante en esta ciudad. ¿Te
imaginas que el alcalde se tuviera que subir a una farola para ver lo que pasa
en su pueblo?
―¡Anda,
Taquito, no te des tanta importancia! Demuestra que, por una vez, eres capaz de
ser el más alto.
Entonces
Taquito se quitó la túnica nueva que se había puesto para la ocasión y trepó
por el tronco de la higuera como una ardilla.
―¡Qué
gozada! No sabía que esto era tan fácil.
Ya en lo
alto llamó a Ana para que le acompañara, pero la misteriosa esclava acababa de
desaparecer por segunda vez.
De pronto,
alguien gritó a sus pies:
―¡Fijaos,
Zaqueo se ha subido a un árbol!
Las gentes
empezaron a reír y a tomarle el pelo: que si parecía un gorrión de los que
picotean los higos; que si lo iba a llevar el viento…; pero a Taquito lo único
que le importaba ya era localizar a Jesús, que se aproximaba a lo lejos rodeado
por sus apóstoles y un montón de amigos.
De pronto,
el Señor se detuvo, levantó la cabeza, miró hacia lo más alto del árbol y
gritó:
―Zaqueo,
baja enseguida, que hoy me alojaré en tu casa.
Por poco se
cae del susto el pobre Taquito.
―¿En mi
casa? ―preguntó al fin temblando―.
―¿Es que no
me invitas? ―dijo Jesús―.
―¡Claro,
Señor!, pero yo no soy digno de que entres en mi casa…
―Eso
ya lo veremos. Tú ve a prepararlo todo…
* *
*
Aquella
tarde Jesús entró en la gran mansión de Zaqueo. Cuando se abrieron las puertas,
un par de esclavos se echaron a sus pies para lavárselos con agua caliente y
calzarlo con unas zapatillas de terciopelo azul. Zaqueo, vestido de gala, le dio
el abrazo de bienvenida y ungió al Señor en la frente como mandaban las normas
de la buena educación. Un coro de esclavos africanos entonó el canto de bienvenida,
y terminada la ceremonia inicial, los criados distribuyeron a los apóstoles por
las habitaciones que ya tenían dispuestas para pasar la noche.
―¿Y
tu estancia secreta? ―preguntó Jesús a Taquito con una sonrisa de guasa―.
Zaqueo
abrió la puerta de los siete cerrojos, entró con Jesús y se quedaron a solas un
buen rato. No me preguntéis lo que ocurrió allí, porque no conozco esa parte de
la historia. Lo único que se sabe es que al día siguiente Taquito regaló el espejo
a unos payasos de la ciudad para que hicieran reír a los niños en las fiestas.
Aquella
noche, al terminar la cena, Taquito parecía feliz, pero un poco avergonzado. Al
fin se puso en pie sobre un taburete y dijo:
―Hace
muchos años yo decidí ser malo y lo cumplí hasta hoy. He sido un egoísta, gruñón,
mentiroso y avaricioso. Por eso estaba tan triste. No se puede ser malo y feliz
al mismo tiempo. Pero se acabó. A partir de este momento doy la mitad de mis
bienes a los pobres y a todos los que he engañado les compensaré pagándoles
cuatro veces más.
―Oye,
Taquito ―intervino Ana, que estaba sentada a su lado―, ¿y dónde vivirás? Tendrás
que abandonar esta casa.
―Cerca
de aquí, junto al río, tengo una casita pequeña. No necesito nada más. Allí
recibiré a Jesús sin avergonzarme cada vez que venga a Jericó. A ti en cambio
no podré mantenerte como esclava…
―¡Mira
que eres torpe, Taquito! ¡Tantos años viviendo contigo y aún no me conoces!:
soy tu Ángel de la guarda. Así que no podrás prescindir de mí. De ahora en
adelante, cuando te mires al espejo por la mañana, piensa que yo estoy al otro
lado del cristal sacándote la lengua para que no seas tan presumido.
Zaqueo
miró a la niña, pero sólo vio un polvo plateado que se disolvía en el aire
con un sonido muy dulce de campanillas de plata.
13 comentarios:
Yo tambien soy Zaqueo,en verdad,nosoy enana ni egoista,pero vivo en casas grandes,tengo un mal genio tremendo,medio mundo me parecen fariseos ,y el otro medio pecadores,no paraba de reir,y ahora solo rio con álguna de mis magnificas amígas,con mi perro o con mi familia,estoy cansada de lafalta de sensibilidad de las personas,y de lo interesados que somos todos,Ahora,yo no subo árboles por ver la mirada de mi Señor,EL sabe que subo el K2.
:)
Me has hecho llorar y mira que me imaginaba el final...
¡¡Me ha encantado!!
Ana... ¡comestible!
Gracias, se lo leo esta tarde a mis hijos.
A veces se me olvida que lo mejor es enemigo de lo bueno. Queremos lo mejor para nuestros hijos y nuestras familias y no vemos todo lo bueno que hay alrededor.
Ignacio: me ayudaras a pedir a Jesús que, como Zaqueo, deje de mirar el espejo de la habitación secreta?
Ohhh... ¡ ! Hasta ahora el mejor cuento de los que le he leído en el globo. Muchas gracias
Yo tambien me subi a la higuera más de una vez pero materialmente a coger higos. Lo que más me ha guatado es lo del coro de esclavos africanos que cantaban aunque los quiero libres pero me gusta que canten porque lo hacen ¡genial! me recuerda la peli de : "la fuerza de uno" no me canso de verla. Ha conseguido mantener la atencion de mas de uno. Emnorabuena! Adiosle
Tan bonito...
Me ha gustado mucho el cuento, gracias y nos vemos el sabado.¿Se lo puedes contar a mis amigos por favor?
¡Precioso el cuento!
Es un cuento súper chulo! Me ha gustado muchísimo, y aunque me imaginé lo del Angel nunca pensé en este final tan bonito.
El próximo libro para el año que viene podría ser de su colección de cuentos.¿Hace?
Todo genial... y el final encantador. Un ángel de la guarda que saca la lengua tras el espejo, es lo más¡
Grcias por la historia
M'ancantao....
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