...a aquella tarde, después
de la tormenta.
Fue en el Puerto de la Quesera, muy cerca de donde estoy ahora. Era una tarde-noche de verano y yo subía a ver los abejarucos y una pareja de halcones que tenían su territorio por aquella zona.
A mitad de camino, justo antes de llegar al hayedo de Riofrío, el cielo se cubrió de nubes y estalló una tormenta de esas que ponen los pelos de punta. Detuve el coche en lugar seguro y aguanté el chaparrón, el bombardeo de los truenos y la furia de los relámpagos durante un tiempo que me pareció interminable. En realidad el espectáculo apenas duró un cuarto de hora.
Al llegar a lo alto del Puerto, las nubes se retiraban por el norte y el sol empezaba a tomar tierra en el Oeste.
Han pasado muchos años, quizá diez o doce, y no he podido olvidar aquella luz ni aquella paleta de colores que nos regaló la tarde. Tampoco me siento capaz de describirla. En lo alto los nimbos se disolvían en un cielo azul limpio de bruma, mientras en el horizonte se encendían en todos los tonos de rojo unas nubes planas, como harapos o como brochazos de un pintor impresionista.
La pareja de halcones salió a tomar la fresca y a jugar con la brisa que se levantaba. El olor a tierra mojada se mezclaba con el aroma de la hierba y de las flores.
Hice allí mi oración y recordé aquel episodio de la Transfiguración del Señor en el Tabor. Yo también, como San Pedro, pensé que aquello era el Cielo.
10 comentarios:
Parece que lo estuviera viendo.
Precioso.
Yo venía pensando hoy que algo que no puede faltar en el cielo son risas y juegos de niños, niños corriendo y saltando, persiguiéndose, guerras de bolas de nieve, toboganes interminables, pistolas de agua. Y todos nosotros, los niños, cayéndonos de risa al suelo, como Peppa Pig y su familia...
Pues...para no sentirse capaz, lo ha descrito maravillosamente.
Don Enrique, ya se puede abrigar este fin de semana, seguro que verá pingüinos en el jardín.
Sí Dios quiere, estaré en Riaza el jueves, ojalá siga usted allí .
Pues...para no sentirse capaz, lo ha descrito maravillosamente.
Don Enrique, ya se puede abrigar este fin de semana, seguro que verá pingüinos en el jardín.
Sí Dios quiere, estaré en Riaza el jueves, ojalá siga usted allí .
Muchas gracias D Enrique , me ohe metido de lleno desdela primera palabra . Tienen magia, tienen,arte, ayudan a la gente. Me quedo con la paleta d colores, con los brochazos... como principianre de acuarelista. Gracias
la belleza nos acerca a la perfeccion de Dios. Y hay paisajes que refuerzan la Fe, cuando ves la mano del Creador, dando unas pinceladas.
Sí, sí Don Enrique lo ha explicado
muy bien. Cuantas veces hemos mirado ese Cielo tan precioso después de una tormenta,allí a lo lejos en la luminosidad, como muestra, la fotografía que nos ha puesto, con tanto acierto.
Le cuento un secreto?
Yo no me asustaría, como en su día
los discípulos,ni otros muchos.
Haríamos como usted don Enrique; rezar.Claro nosotros ya sabemos que allí, está Dios.
Por cierto esos halcones tienen
mucha suerte, saben y ven todo,todo.Ahora entiendo porque le
gusta observan los seres que vuelan
"Una pareja de halcones salió a tomar la fresca".En mi tierra decimos "el fresco", en definitiva "airearnos".
Ha descrito una estampa preciosa. Pero lo que más me ha llegado al fondo es cuando he leído: "hice allí mi oración", personalizandola con el "mí". (es muy distinto el "la" del "mi" y lo que implica)
Gracias mil.
Habitualmente sus entradas van acompañadas de una foto estupenda, pero las imágenes que llegan con su relato de hoy, no hay cámara réflex o digital que pueda captarlas... ¡belleza!
Y el cielo puede parecerse a la transfiguración de todo, tras la agitación.
"Y nosotros escuchamos esta voz venida del cielo..."
Gracias D. Enrique por sus letritas y esos cuadros que pintan...
Está bien, pero yo a pocos metros de mi casa puedo conteplar puestas de sol maravillosas -conste- y las he reflejado en madera y pepel de acuraelas más de 500 veces por decir una cifra, de memoria porque no se va de mi cabeza. Un caquito de cielo recogido ¿por qué no? Adiosle
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