Al anochecer, la nieve adopta figuras sorprendentes
En Madrid vuelvo a encontrar el sol frío de invierno, que acaricia el rostro y despierta la piel adormilada. No hay nubes a la vista. Tampoco hay gente. Casi todos han huido a pasar el finde en la Sierra o en algún pueblo de los alrededores.
Aún no me he recuperado del último curso de retiro. No es que esté cansado; al contrario: pocas veces he predicado tan a gusto, casi sin esfuerzo. Pero esta vez he estado con treinta sacerdotes llegados de Madrid, Segovia, Guadalajara, Cuenca, Valladolid, Badajoz, Buenos Aires…, y me ha conmovido ser testigo de su piedad honda y recia, de su sencillez y de su alegría desbordante, en medio de la pobreza más absoluta y de las mil dificultades que deben afrontar cada día.
Queridos globeros, vivimos rodeados de santos, y de vez en cuando conviene decirlo. Cuando un sacerdote cae, es noticia de primera página; pero ¿quién recuerda a la inmensa mayoría? Hay ancianos jubilados, que no se retiran jamás y van al Cielo directamente desde el confesonario o desde el altar. Hay jóvenes, fuertes como robles, que no necesitan ir al gimnasio para mantenerse en forma, porque no paran en todo el día; son buenos pastores que conocen hasta el último lunar de cada oveja, y la siguen de lejos o de cerca. Hay curillas de pueblo de sotana raída que saben filosofía, teología, medicina y hasta informática, pero son, sobre todo, padrazos y madrazas de cada uno de sus feligreses. Hay auténticos sabios, con la sabiduría de los humildes, que nunca se cansan de aprender, para dar a los demás, no para recrearse en el espejo.
Entre todos han conseguido avergonzarme con su atención a las meditaciones, con sus confidencias personales y, sobre todo, con su fe, su esperanza y su pasión por la empresa divina en la que estamos metidos.
14 comentarios:
"Estas crisis mundiales son crisis de santos" decía San Josemaría. Cuando un cura "cae", probablemente sea porque los demás no rezamos lo suficiente por ellos y por su santidad.
Que suerte toda esa compañía de santos en vida. Con tantas manos consagradas alrededor seguro que se ha sentido como en el cielo.
Da gusto ver como se rodea de gente buena y como disfruta con el encargo. Siempre así. ¡Que Dios se lo pague. Todos necesitamos de unos días de retiro yo me iré la semana que viene. Rezar por mi. ¡Gracias! Adiosle
Sí, se agradecen estos recordatorios.
Con lo que nos ha contado, espero que no se recupere en largo tiempo de este curso de retiro.
Doy gracias a Dios por la fiidelidad de estos sacerdotes, de la suya y de la de los demas sacerdotes.
Y Juanma tiene razon, hay que rezar mucho mas por todos ustedes, porque sino qué sería de nosotros.
Amén. Amén.
¡Bendito sea Dios por los sacerdotes santos!
¡Bendito sea también por los que no lo son tanto, en la medida en que nos estimulan a rezar por ellos, y nos llenan de alegría cuando los vemos mejorar con la ayuda de Dios!
¡Saludos!
¡Qué ganas tenía de leer una entrada como ésta! Hablando de sus colegas de oficio. Es verdad, se dice mucho sin conocer y claro, al final sólo hacen caso a los titulares. Hay que conocer las historias que hay detrás, historias como la que acaba de hacer entrever.
GRACIAS. ¡Un saludo, globeros!
Y seguiremos rezando por los sacerdotes , para que sean fieles y santos y para que Dios envié mas operarios a su mies , se lo pedimos a la Virgen de la Candelaria que celebramos , al menos en Chile
Solo es noticia lo malo, lo feo, lo grotesco. Las maravillas calladas y humildes como esta no interesan a los medios. Gracias por contárnoslo y estoy con Juanma. No rezamos lo suficiente por los sacerdotes.
Gracias a todos y que Dios is guarde!
Da gusto leer una entrada como la de hoy. Viene muy bien recordar todo lo bueno que nos rodea cuando parece que hay quien sólo quiere resaltar lo malo, pluralizar y hacernos creer que el mal está tan generalizado que lo "lógico" es dejarse llevar por lo que a cada uno le venga en gana.
Esto es para dar muchas gracias a Dios y seguir rezando para que haya más asi.
Si es que los buenos curas cuando se hacen mayores es como si estuvieran ya con un pie en el cielo y nos hablan a los penitentes con una dulzura y optimismo que me hace pensar que son lo más parecido en esta tierra a Dios Padre. Una maravilla!!
¡Qué reconfortante leer esto con el frío que hace! De verdad que entona más que un caldito o un café.
Además, dan muchas ganas de ser buena y generosa
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