viernes, 11 de marzo de 2016

San José y el picapinos


Aunque sigue haciendo frío en la Sierra, se nota que ya empieza a despuntar la primavera. Metido entre libros, apuntes, tabletas y redes uno no se entera de nada importante. Salgo al jardín. Los pinos tienen un aroma distinto esta tarde, un frescor nuevo como de recién nacidos. Los pájaros estrenan plumas de colores más vivos y hay un verdor joven y limpio en los abetos. El picapinos sigue impertérrito con su trabajo de carpintero. Ya no se asusta de mi presencia. Se deja mirar incluso sin la ayuda de los prismáticos.
Por una extraña asociación de ideas me viene a la cabeza la figura de San José. Quizá porque faltan pocos días para su fiesta, o porque también era carpintero. Cuentan que en Jerusalén los artesanos gozaban de gran prestigio. Los herreros, los alfareros, los curtidores, los carpinteros, los zapateros y todos aquellos que construían algo con sus manos eran los únicos que no tenían que ponerse en pie cuando pasaban a su lado los doctores de la ley. La Biblia dice bien claro en el Eclesiástico, 38, 34 que el objeto de su oración es el trabajo de su oficio.
Me acerco lentamente al pico picapinos. Tampoco él se inmuta. Si me pusiera a su lado y tuviésemos un poco más de luz, podría hacerme un selfi con el pájaro mirando a la cámara.
Y eso que yo no soy doctor de la ley.


2 comentarios:

Antuán dijo...

Buenas tardes o noches para los más pequeños que ya han cenado y casi se van a la cama. Desde luego que san José es ejemplo para muchos que hacemos un poco de todo. acabo de terminar mi jornada de trabajo hace un rato que ha sido muy intensa y como bien dice puede servirnos de oración. Sino ¡menuda gracia! Adiosle

Fernando M Díez Gallego dijo...

Buen humor, Don Enrique.
Como siempre, desde Granada.