San José y el picapinos
Aunque sigue haciendo frío en la
Sierra, se nota que ya empieza a despuntar la primavera. Metido entre libros,
apuntes, tabletas y redes uno no se entera de nada importante. Salgo al jardín.
Los pinos tienen un aroma distinto esta tarde, un frescor nuevo como de recién
nacidos. Los pájaros estrenan plumas de colores más vivos y hay un verdor joven
y limpio en los abetos. El picapinos sigue impertérrito con su trabajo de
carpintero. Ya no se asusta de mi presencia. Se deja mirar incluso sin la ayuda
de los prismáticos.
Por una extraña asociación de ideas me
viene a la cabeza la figura de San José. Quizá porque faltan pocos días para su
fiesta, o porque también era carpintero. Cuentan que en Jerusalén los artesanos
gozaban de gran prestigio. Los herreros, los alfareros, los curtidores, los
carpinteros, los zapateros y todos aquellos que construían algo con sus manos
eran los únicos que no tenían que ponerse en pie cuando pasaban a su lado los
doctores de la ley. La Biblia dice bien claro en el Eclesiástico, 38, 34 que el
objeto de su oración es el trabajo de su oficio.
Me acerco lentamente al pico picapinos.
Tampoco él se inmuta. Si me pusiera a su lado y tuviésemos un poco más de luz, podría
hacerme un selfi con el pájaro mirando a la cámara.
Y eso que yo no soy doctor de la ley.
2 comentarios:
Buenas tardes o noches para los más pequeños que ya han cenado y casi se van a la cama. Desde luego que san José es ejemplo para muchos que hacemos un poco de todo. acabo de terminar mi jornada de trabajo hace un rato que ha sido muy intensa y como bien dice puede servirnos de oración. Sino ¡menuda gracia! Adiosle
Buen humor, Don Enrique.
Como siempre, desde Granada.
Publicar un comentario