El león del Teide
En
efecto, Kloster, pongo ese (I) para obligarme a escribir al menos diez entradas
más desde esta isla terriblemente hermosa en la que viviré hasta el próximo 11
de abril.
Digo
que la belleza de Tenerife es terrible y creo que éste es el adjetivo más
adecuado. Aquí el Teide lo domina todo. Estamos sobre un león dormido que algún
día despertará. Yo sólo pido al Señor que no sea mañana. Entre tanto, el viejo
volcán pide que lo contemplemos, que nos quedemos extasiados ante la majestad
de su presencia, y no osemos tocarlo no sea que se irrite.
Aquí
la belleza no se disfruta. La vista no descansa; el espíritu no se aquieta. Al
contrario. Se diría que esa montaña salvaje busca pelea. Me mira furioso a los
ojos y no tengo más remedio que retirarlos avergonzado.
Pensaba
estas cosas mientras el avión de Iberia se disponía a tomar tierra en el
aeropuerto del sur con el Teide como testigo. El comandante de la aeronave pidió
licencia al león para aterrizar, y la fiera se la concedió a regañadientes.
Giró
el avión en redondo y en mi ventanilla apareció el Océano con su poder hipnótico
y sereno. Una voz metálica pero cordial nos dio la bienvenida a Tenerife en dos
idiomas.
1 comentario:
Se agradecen las buenas intenciones. Espero que no sea tan fiero el león como lo pinta y que le permita descansar la vista y escribir algo. Que sus cuatro(cientos mil) lectores estamos a dieta rigurosa de globo y algunos tenemos síndrome de abstinencia severo.
Algo para Semana Santa, porfa...
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