Tenerife (IV) Jueves Santo
Desde que el Maestro me encomendó en la cruz que cuidara de su Madre, no me he separado de ella ni un solo día. Ahora estamos en Éfeso, en la costa del Mar Egeo, donde la semilla del Evangelio ha comenzado a prender y ya hay centenares de familias que creen en Jesús.
Aquí he empezado a escribir mis recuerdos del Señor. Mi Madre, María, me inspira y anima con su mirada y su sonrisa.
También con sus palabras, sobre todo cuando no sé cómo continuar el relato.
Esto es lo que me ha ocurrido hoy.
Debería contar todo lo que sucedió aquella noche terrible y gloriosa, cuando Jesús
se hizo Eucaristía; cuando me ordenó sacerdote para toda la eternidad; cuando
promulgó el mandamiento nuevo y nos lavó los pies para mostrarnos la calidad de
su amor; cuando Judas abandonó la casa y traicionó al Señor con un beso; cuando
nos dormimos en el huerto mientras Jesús luchaba con el diablo; cuando sudó
gotas de sangre… ¿Por dónde empiezo a narrar estos recuerdos?
María me dicta las dos primeras líneas:
"Antes
de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado la hora de pasar
de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo,
los amó hasta el extremo."
5 comentarios:
Esa última frase, los amó hasta el extremo, me impresiona siempre, cada vez que la oigo. Gracias
El Jueves Santo no he podido ir a los Oficios. Estaba de guardia. El ultimo paciente, Samuel, había tenido convulsiones otra vez a sus cuatro añitos. El TC de cráneo mostraba lesiones que hacían pensar que aquella criatura tendría deficits importantes. Al salir de la sala de informes le vi dormido. Su madre le estaba acariciando. Y pensé que el Amor estaba alli este Jueves Santo y seguí rezando por Samuel y su familia. Di gracias a Dios que siempre nos acompaña.
Yo también estaba de guardia el Jueves Santo. Afortunadamente, sólo vi catarros y otras tonterías. Rezaré también por Samuel y su familia. Gracias a Dios, los niños son elásticos, y son capaces de compensar lesiones cerebrales horribles con muy poco déficit. Espero que sea el caso.
Este rato de trabajo, por Samuel.
Podría ser así, ¿por qué no? Lo de que Maria le dictara estas primeras frases tan bellas. Nunca lo había pensado...
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