Un chaval de 11 años cuyo nombre he
olvidado lo llamó "Beato don Álvaro", y me pareció justo. Álvaro del
Portillo siempre tuvo el "don" delante; ese título no nos lo
distanciaba, al contrario: evocaba su figura paternal y cercana. Yo he conocido
a muchos Álvaros, pero sólo a uno le he llamado "don Álvaro" sin
necesidad de decir el apellido.
Don Álvaro fue ese santo que Dios
nuestro Señor suele poner junto a los grandes santos que están llamados a
renovar los caminos de Iglesia, a secundar la acción impetuosa del Espíritu
Santo, que hoy, como ayer, sigue fecundando la tierra.
Hoy, al recordar al Beato Álvaro, me
viene a la memoria una conversación que tuve con él hace 36 años. No me pidáis
que la cuente: fue tan personal y tan sencilla como una confesión, pero los dos
consejos que me dio me siguen sirviendo cada día. Y su mirada atenta y su
sonrisa me acompañarán siempre.
5 comentarios:
La cuenta? Please?
Es usté un suertudo. Por supuesto que no le pido que cuente su conversación con don Álvaro, pero igual nos podía repetir los consejos, si son de posible aplicación general. (insertar aquí la carita del wasap, esa con muchos dientes)
Eso, usted mire despacio el gesto de don Álvaro a ver qué le sugiere...Gracias
Yo me atrevo a adivinar: amor,enamorarse, Señor, María,dar,mortificación,alegría...
A uno que yo conozco, le pasó lo mismo.
Nota para nota: ¿En esa foto sale una "ENSAIMADA" o son imaginaciones de un androide?
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