sábado, 27 de abril de 2019

Calzada, pero sin anillo


A la hora más torera, las cinco en punto de la tarde, salí con los prismáticos al cuello para saludar a los pájaros de El Soto. La lluvia había cesado, y el césped del jardín resplandecía como una esponja verde empapada. Yo, como no llevaba las botas de pajarero, me limité a pasear por los caminos de piedra. 
Junto al portón de entrada a la finca, un ruiseñor macho cantaba a pleno pulmón para marcar su territorio y proteger el nido, en el que la hembra ya había comenzado a incubar los huevos.  Por la hierba correteaban agitando la cola media docena de lavanderas blancas. Los verdecillos, tras comprobar que el sol había tomado el poder, empezaban a situarse en lo más alto de los árboles más pequeños para cantar a coro, como suelen hacerlo, y celebrar con su música tímida el lento despertar de la primavera. 
De pronto un gorrión común se colocó a mi lado. Era un passer domesticus como los que andan por Madrid. Me conmoví al verlo; casi no quedan gorriones y los pocos que hay van en pequeñas bandadas siempre por lugares habitados. Donde no hay hombres tampoco suele haber gorriones. Por eso me llamó la atención verlo tan lejos de su hábitat natural: 
—¿Se puede saber qué se te ha perdido por aquí? 
—Huyo de la campaña electoral —me respondió—. 
─Te comprendo, colega. 
El pájaro echó a volar y le seguí con la mirada unos segundos. 
Entonces la vi. Era el águila calzada de las cinco. No podía ser la misma que anillé con mis propias manos hace casi treinta años cuando aún estaba en el nido; pero tal vez era su hija o su nieta. 
El águila calzada es la más pequeña de las águilas europeas. Es un ave bellísima que pasa los inviernos en el centro de África y regresa puntual en primavera. La que yo anillé volvía todos los años con su pareja al pinar que hay junto a la casa de retiros, y tomaba posesión de uno de los tres nidos que había dejado en otoño. Luego, todas las tardes, a las cinco en punto, volaba a poca altura en el linde del bosque para dejarse ver por mis prismáticos. Gracias a la anilla, que brillaba en su pata derecha, podía identificarla con seguridad. 
No sé cuánto duró ese juego; quizá cuatro o cinco años. Un verano falté yo a la cita y todo acabó. ¿Pero, terminó de verdad? Tengo para mí que el águila de hoy me trae un mensaje desde el cielo de los pájaros. Y dice así: 
─El anillo que regalaste a mi madre era un compromiso. Ella murió de pena el año en que tú faltaste a la cita; pero ahora me toca a mí recordarte que no estás tan viejo como para olvidarte del campo. Debes “mirar las aves del Cielo” como dijo Jesús, y esperar cada primavera nuestro regreso. Nosotras no faltamos nunca.    

3 comentarios:

Blas de Lezo dijo...

Hace casi 30 años nacio Jaime. Este post es para los 38 sacerdotes serranos y los globeros con su piloto al frente. Jaime ingeniero de 28 años con un master en Cambridge y notas de GIMAT para empezar un buen MBA en Septiembre dejo a su novia con la que salia desde los 18 el mes pasado y ha renunciado a presentar se al examen del MBA. Porque? Porque un aguila anoleada ha venido a verle y ha dicho que si, que quiere ser sacerdote. Para que lo cuente Don Enrique a esos 38 para que recen por Jaime. Esta felizzzzzz y nosotros más y dando gracias a Dios por haberle mandado ese aguila. Que bien!!

Antuán dijo...

¿Gorriones?por aquí hay mogollón. Ya no se van. Además este año apenas ha nevado.Pero si no se la sacuden. Se cobijan en los árboles y arbustos. En la Buhardilla donde paso mis ratos libres:Escribo y pinto.Hace más de un mes que ya se les oye piar. debajo delas tejas.Hacen su nido. En cuanto vienen los primeros rayos de sol.Empiezan su tarea. Y este año que no hemos tenido invierno;,con más razón. Vamos que no necesito radio. Y ahora quien tiene tarea soy yo.Que me voy a sacarla cena. al albergue y que cenen cuando quieran. Que mañana será otro día.Ya os dije que hoy era el cumple de Carmelo y de mi madre.Que está mañana vine antes de Misa para que recéis por él. Es un buen chaval; pero un rezo nunca viene mal. Pero ha pasado a la pagina siguiente. Eso me pasa por madrugar. Adioosle

Llumla dijo...

Y la pluma con la que escribe ahora, ¿es también del águila calzada?