domingo, 30 de junio de 2019

Cuando el porsiacasista llega a su destino



…comprende que no necesita la mitad de los objetos que trae en la maleta, y se lamenta arrepentido al considerar que, cuando vuelva a casa, deberá volver a cargar todo el equipaje. Yo suelo sacar un propósito que casi nunca cumplo: vivir al día, con lo puesto y poco más, sin que nada me ate.
José María Hernández Garnica fue un sacerdote santo que viajaba por toda Europa con un maletín pequeñísimo. Un día fui a buscarlo al aeropuerto; llegaba a Roma desde Colonia.
—¿No ha facturado más equipaje? —le pregunté sorprendido—.
Don José María era hombre de pocas palabras. Me miró con cara de guasa y respondió:
—Aquí cabe el cepillo de dientes y el breviario. Sólo me voy a quedar dos semanas.


4 comentarios:

Antuán dijo...

Jo. ¡Que tio! Y perdón por la expresión. Eso si que es vivir con lo justo. Me imagino que ademas llevaría otra camisa y un par de calcetines. Un poner.Yo me acabo de despertar de una siestecita con mis pantalones de camuflaje y mi camiseta de París dibujada. Después de echar una mano a los compañeros de la otra barca porque el albergue empieza su travesía ¡Ya! Como se suele decir: ¡A los indios que vienen los romanos!... ¡Empieza la animación! Que disfrutéis de un buen verano. Adiosle

Antuán dijo...

Hola! Ah! lo que no se me olvida es el chocolate. Tenía un kikat debajo de las tablas curvas que me dio el carpintero y antes que se me derrita. Que no es la primera vea vez. Mejor hoy que mañana. En la mochila siempre llevo algo así: chocolatinas... Cada uno es como es y sabe lo que necesita. Azúcar y ¿si me da un bajón? Mi padre le compraba a mi madre caramelos sin. Yo el otro día descubrí unos de la trapa, todo con moderación. Me voy a probar unos acrílicos que me compre con mi hermana. Que os cunda. Adiosle

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Papathoma dijo...

Aquí un caso anómalo: cada vez preparo la maleta en menos tiempo. He llegado a preparar el equipaje de 4 -cuando las niñas eran más pequeñas-, la misma mañana en que viajábamos.
Mi porsiacasismo se queda en casa: pongo lavadoras, limpio y recojo la casa, como si no fuéramos a volver nunca. (Aunque sean unos pocos días). ¡No sé qué es peor!