Sobre la paloma y otras metáforas
María me
pregunta por la paloma de mi ventana. Quiere saber si existe de verdad o es una
metáfora; si continúa incubando los huevos; si "alguien" le da de
comer; si me lo he inventado todo.
Respondo:
no es ningún invento. Aquí sigue, a menos de un metro del ordenador en el que ahora
escribo. Es cierto que el Espíritu Santo se manifestó en el Jordán en forma de
paloma y faltan pocos días para Pentecostés, pero nunca se me ocurriría
relacionar el ave que ha venido a visitarme con la solemnidad del próximo
domingo.
Pienso
que esta ave ha llegado a mi ventana por una razón mucho más simple. Desde
julio de 1982 mi afición a las aves ha ido creciendo de forma
exponencial hasta convertirse en verdadera ornitomanía. Por ver despegar a un
águila real una mañana de invierno con nieve fui capaz de permanecer pegado a
una roca durante hora y media a las tantas de la madrugada. Por contemplar un
duelo musical entre dos ruiseñores que se disputaban los favores de una hembra,
me olvidé de comer. Por fotografíar a un azor que alimentaba a sus pollos en lo
alto de un abeto, trepé a lo alto del árbol vecino con riesgo de mi vida… Pero
todo eso ocurrió hace más de treinta años.
Ahora ya no estoy en condiciones de vivir tan
arriesgadas aventuras y los pájaros lo saben. Por eso vienen a verme. Me
devuelven la visita. Ellos son conscientes de que pueden conversar conmigo a
cualquier hora. Esta misma noche, por ejemplo, como duermo siempre con la ventana
abierta, he oído varias veces el zureo de mi amiga. Me costaba trabajo coger el
sueño por culpa del calor que ya se ha instalado en Madrid, pero el gorjeo de la
columbiforme me ha servido para recordar que, en efecto, estamos en pleno
decenario del Espíritu Santo que, como sabéis, llegó en Pentecostés en forma de
viento impetuoso y fuego revitalizador. Y he repetido hasta dormirme aquella
oración que compuso San Josemaría en 1934 y muchos sabemos de memoria:
¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi
entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las
insidias del enemigo: inflama mi voluntad... He oído tu voz, y no quiero
endurecerme y resistir, diciendo: después..., mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no
vaya a ser que el mañana me falte. ¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría,
Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo
que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras.
2 comentarios:
¡Gracias! Aprovecho para rezar esta oración ahora. La tengo escrita en un papel con tinta roja pero a veces aunque me la se de memoria, más o menos, me invade el sueño. El rojo es mi color preferido y le pega mogollón al Espíritu Santo: ¡Fuego, mi alimento!
Tengo una pintura que hice pensando en la canción de Serrat, es de algún poeta: "Quien pudiera unirse a un bando de palomas, y acariciando lomas dejar su pueblo atrás... (Eso ya lo hemos hecho) Y morir por morir, quiero morirme al sol... Para eso todavía es pronto: Que está la carne cruda todavía y tengo que cantar la Navidad. Adiosle
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