Cuando Jesús nos reveló que Dios es Padre y que podemos invocarlo con ese título, dijo mucho
más sobre cada uno de nosotros que sobre Dios. Ahora sabemos que ante todo
somos hijos, y que ese Dios que habló desde la zarza ardiente y desde el
trueno, ese Dios infinito, incomprehensible, inmutable, eterno y omnipotente, nos ama con la ternura de la madre más
apasionada, cariñosa, cálida, indulgente, cercana.
Cuando Jesús nos llamó por primera vez "amigos", se puso en cuclillas para estar a nuestra altura; nosotros, al contrario, estiramos el cuello; porque la amistad iguala. Desde entonces sabemos que tenemos un Dios-Amigo que nos cuenta sus secretos
y espera que nosotros hagamos lo mismo, porque Él es siempre leal, guarda
nuestras confidencias y nunca niega un favor a quien lo solicita en nombre de
la amistad.
Cuando Jesús nos reveló que su Espíritu tomaría posesión de nuestra alma y viviría para siempre
allí escondido, con tal de que le abramos la puerta y no le expulsemos, comprendimos que somos
como aquel personaje de la parábola que encontró un tesoro en el campo. El
campo es nuestro corazón y Dios nuestro tesoro. Por eso lo custodiamos con siete candados; no podemos
tolerar que el diablo lo arrebate.
6 comentarios:
Al Espíritu Santo sólo hay que dejarle hacer. Ni más ni menos. Pero el Malo nos engaña (porque le dejamos, claro) y cerramos la puerta.
Tan simple, tan inmenso...
Tengo un libro de santo Tomas de Aquino desde hace años de paginas amarillas que tomé prestado y estrené pues muchas hojas estaban sin despegar. Vamos que lo hice mio: Doctrina teológica y reconozco que no me he aprovechado bastante de su lectura; así como me he parado en algunas lecciones y pasado el rotulador verde fosfo. Donde la Trinidad por ejemplo dice si mal no recuerdo: Dios nos conoce mejor que nosotros y se encuentra muy a gusto en los salones de nuestro entendimiento. Pensando en las tres divinas Personas, no puedo menos que referirme a la Santísima Virgen y en su relación con la Trinidad. Hablando con mis colegas y en lo que venia pensando. En la Salve le decimos Dios te salve, me salia decirle: Dios me salve, Dios nos salve. ¡Pedimos tantas cosas! y somos tantos que nos escuchará. Adiosle
Goyo, por una vez no publicaré tu comentario. Creo que el tono es inadecuado
Y San Juan Pablo II nos dijo que Jesús es el rostro divino del hombre y el rostro humano de Dios
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