domingo, 4 de octubre de 2009

De vaga a empollona en diez segundos


—Siempre he sido así

Mi interlocutora sonríe. Da la impresión de que no le importa nada seguir siendo como, según ella, ha sido toda la vida:

—Te lo juro: vaga, vaga, vaga… Mis padres ya están resignados ¡Cómo voy a cambiar!

—¿Cuántos años tienes?

—Cumplo dieciséis el mes que viene.

—¿Y si te olvidaras de que eres vaga?

—¿Olvidarme?

—Sí, mira; te rompes la cabeza con la moto. Cuando recobras el conocimiento resulta que no te acuerdas de nada, ni siquiera de lo vaga que eres. Te convencemos de que eres una empollona repugnante, y ya está…

—Está de coña, ¿verdad?

—Sí; pero creo que, en el fondo, tu problema es de exceso de memoria. Además, con 15 años, lo único seguro es que vas a seguir cambiando continuamente. Yo estoy fósil, pero tú… ¡Anda, déjate de historias y empieza a estudiar, que estamos en octubre!

—Vale, de ahora en adelante, empollona.

Se levanta de la silla y sale corriendo de la capellanía. Yo suspiro resignado: la adolescencia nunca deja de sorprenderme.

5 comentarios:

Bernardo dijo...

Efecto péndulo

Anónimo dijo...

Hay que tener mucha gracia para darle la vuelta al planteamiento de su adolescente.
Mucho ánimo que usted puede!!

Anónimo dijo...

Son las autoprofecías que se acaban cumpliendo inexorablemente.Pero ¡qué dificil cambiar las creencias que tenemos sobre nosotros mismos!

Almudena dijo...

Anda que no tienen suerte ni ná algunas adolescentes... a mí nadie intentó comerme el coco con tanto arte, si no tal vez hubiera sido empollona, y dócil y ordenada y qué se yo, puesta a soñar... pero el tratamiento éste de amnesia, ¿Funciona?

Isa dijo...

Ojalá tuviera yo con l@s adolescentes las salidas que usted tiene; ¡me quedo muerta! cuánto tengo que aprender...