lunes, 28 de mayo de 2007

Después de las elecciones



Clara —le cambio el nombre, pero nada más— tiene cincuenta y nueve años, es viuda y trabaja como funcionaria en Madrid. Los fines de semana, sin embargo, se escapa a un pueblo manchego de doscientos habitantes.

—Yo soy de pueblo —me dice—. También soy madrileña, pero eso no tiene mérito: todo el mundo es madrileño.

Clara es una mujer culta, inteligente y con sentido del humor.

—Unos cuantos vecinos querían presentarme como cabeza de lista para las municipales.

—¿Y qué les dijiste?

—Que no, por supuesto. Casi me da la risa. ¿Se imagina? ¿Yo, alcaldesa?

—Seguro que lo harías muy bien.

—Y el caso es —Clara se ha puesto seria— que algo debería haber hecho, porque el pueblo está roto, como endemoniado. Hay vecinos que no se dirigen la palabra. No sé si reír o llorar. Se llaman fascistas los unos a los otros. Discuten con palabras que no saben lo que significan y te hablan hasta de la guerra civil. Han perdido todos los tornillos por culpa de la política. Hasta hace poco nos llevábamos…, bien; bueno, bastante bien. Pero ahora el ambiente se ha encanallado; no sé qué hemos hecho. Hasta los niños se odian.

No se me ocurre ningún comentario. Mejor dicho, se me ocurren demasiados. Dejémoslo aquí por hoy, y cojamos la calculadora. Hay que sumar, restar y multiplicar votos, concejales, escaños, sueldos... Eso, por lo visto es lo importante.




6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobre Clara.

Lo peor de lo que está pasando es que el tiempo de curación de las heridas que se están reabriendo no se cuenta en meses, en años o en legislaturas, sino en generaciones.

Decía mi padre que la Transición habrá terminado cuando no quede vivo nadie que vivió aquella época.

Por eso resucitar estos odios, precisamente estos, supone condenar a una generación entera. El daño se arrastra como en la educación de los niños, cuando los errores de una generación los pagan sus bisnietos.

Marta Salazar dijo...

triste, triste... un poco de respeto a las personas, de pluralismo, de aceptar que no es un ... el que no piensa como nosotros... No es esto la quintaesencia de la democracia? eso es, al menos, lo que aprendí yo en el colegio...

Juanan dijo...

Triste, triste. ¡Pero alegrémonos, es Pentecostés!

Adaldrida dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Adaldrida dijo...

Ayyy, la política y el fútbol nos hacen sufrir, yo soy del Betisy del Osasuna, y me caen bien los de UPN, así que...

Marta Salazar dijo...

super dulce lo del perfume!

no se pueden dejar comentarios en Perfume 2, por eso lo dejo aquí.

le estoy tomando gran carino a su mendiga...