martes, 22 de mayo de 2007

Es grande ser cura VIII.



Voy a darme un respiro de unos días antes de continuar con esta serie. Tengo abarrotado el congelador y necesito ir sacando textos entumecidos para ventilarlos en el blog.

De momento, como colofón a las dos últimas entradas, aquí tenéis un poema del chileno José Miguel Ibáñez Langlois, uno de los poetas vivos más grandes de la lengua castellana.






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Soy cura

y qué

otros buscan perlas en el fondo del mar

o instalan ojos y oídos humanos en la estratosfera

yo trabajo en éste y en el otro mundo

yo tengo el poder de expulsar demonios de las computadoras

yo transformo leprosos en arcángeles

y mujeres de Lot en estatuas de sal

yo me visto como ni los mismos reyes para celebrar la Misa

yo hablo todas las lenguas de Pentecostés y algunas otras nuevas

yo soy la mano de Dios que borra los pecados más increíbles

yo soy el espejo de Dios que camina por la historia sagrada

otros tocan la flauta a las serpientes artificiales

yo resucito muertos

soy cura

y qué.

7 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Amén.

El payaso triste dijo...

... (no digo nada, para no estropearlo)...

Juanan dijo...

Parece que se haya usted propuesto convencernos a todos los que no lo somos de que nos hagamos curas.

Enrique Monasterio dijo...

No aspiro a tanto, Juanan, pero tú sí que estás en la edad de pensarlo

Juanan dijo...

Cómo son los curas del Opus :P

Jesús Sanz Rioja dijo...

Otra vez los dientes largos: a ver si me mandan por fin una antología de este hombre. Qué penitencia de espera.

Marta Salazar dijo...

Su biografía -y algo más- en:

http://www.memoriachilena.cl/
mChilena01//temas/dest.asp?id=
criticavalente

Hay que trabajar bien, como él. Y no hacer acepción de personas, como él.

Además, saber reírse de sí mismo/a, cada manana al mirarse al espejo, como aprendí de él.

Saludos!