A las tres menos diez de la tarde en los pasillos del centro había grupos de chicas que daban cuenta de unos bocadillos gigantescos. Las contemplé con asombro. ¿Cómo es posible, me dije, que criaturas tan frágiles estén en condiciones de deglutir sin el menor esfuerzo tal cantidad de material orgánico y a tanta velocidad?
Entré en la capellanía. A las tres teníamos una meditación para las niñas que asisten a la catequesis de la Confirmación en horario extraescolar. A causa de ese horario, yo tenía mis dudas:
-¿Crees que vendrá alguien? La verdad, no son horas...
Kloster se encogió de hombros.
Diez minutos después entré en la capilla. Estaba absolutamente llena: las devoradoras de bocatas esperaban el comienzo de la meditación.
Me emocioné tanto que, por un momento, pensé que me iba a fallar la voz. Gracias a Dios pude contenerme, pero a los pocos minutos comprendí que había vuelto a bilocarme.
Me oí hablar de la Virgen y de su visita a su pariente Santa Isabel, pero mi cabeza estaba en otro sitio, en cada una de aquellas chavalas que escuchaban en silencio, sin perder una sílaba de lo que yo decía.
De pronto descubrí a Kloster que, sentado en la última fila, me miraba con una sonrisa irónica:
-No te lo creas, colega -me estaba diciendo-. No están aquí por ti ni por mí. Es que son buenas chicas y, después del bocata, quieren tomar el postre. A ver cómo las alimentas.
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Retiro y bocata a las tres
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5 comentarios:
jajaja...es usted muy privilegiado...
Ya dicen los evangelios que no sólo de pan vive el hombre...aunque algo hace...ciertamente.
Un abrazo.
Don Enrique, ¿sabía que el cerebro es el órgano del cuerpo que más energía consume?
Los bocadillos enormes son una buena señal. En mi cole nos los hacían de tortilla o de caballa. Una peste a pescado luego en clase...
las niñas iban a tomar el postre de su mano. Nosotros el café.
Querido maestro, me ha encantado el post de la Inmaculada. Qué alegría que esas chicas se confirmen y dejeles comer buenos bocatas, que la gula no fue nunca gran pecado, aunque puede ser antesala de mayores. feliz Monasterio, feliz navidad. El sentido sobrenatural y el común no necesitan de musas???
Pero, ¿esa foto es real-real o "planeada"?. In- creible!
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