Estaba yo tan contento en el establo. A mi madre le sorprendió que no protestara, como suelo hacerlo, cuando el amo llegó de madrugada para desatar a los demás borricos y sacarlos al campo.
—Aún eres muy joven, Canelo —solía decirme mientras me acariciaba el lomo con sus manazas ásperas y agrietadas—.
Pero aquella mañana no. Como digo, estaba feliz y me quedé inmóvil con los ojos cerrados para hacerme el dormido. Yo sabía ya que estaba a punto de estrenarme como borrico de carga, y sabía también que tendría otro dueño.
¿Que cómo lo sabía? Por el Ángel, naturalmente. Me lo había contado todo la noche anterior:
—Duerme bien, borrico, que mañana serás el trono de Jesús en Jerusalén.
Si el Ángel hubiese sabido algo de psicología asnal no me habría dado la noticia así. No pegué ojo en toda la noche. Ni siquiera los lametones de mi madre consiguieron hacerme conciliar el sueño. Sin embargo no me importó gran cosa: cuando se marcharon todos, me puse en pie, estiré las patas para desperezarme y aguardé a que llegaran los visitantes.
Eran dos. El más alto lucía una barba rojiza, recia como las crines de un caballo alazán. El otro, moreno como yo mismo, fue el que comenzó a desatarme sin decir palabra.
—¿Por qué desatáis al borrico?
Me sobresalté al oír la voz de mi amo.
—El Señor lo necesita —respondió uno de ellos—.
El sol estaba ya en lo alto cuando salimos hacia Betania. Jesús me recibió sonriente, y cuando empezaron a vestirme con mantas de colores como si fuéramos de boda, me agarró suavemente de las orejas y me dijo al oído:
—Tienes dos buenas antenas, borrico. Mantenlas bien erguidas para que escuchen sólo mi voz.
Mientras subíamos hacia Jerusalén, el sendero se llenó de canciones y de flores blancas, rojas y violetas. Los niños gritaban de entusiasmo y las mujeres alfombraron el camino para recibir al Rey. Los apóstoles estaban felices. Algunos también cantaban y yo me puse tan contento que rebuzné un poco a destiempo, levanté la cabeza demasiado, dejé de mirar por dónde pisaba y tropecé en la rama de un árbol caído.
Yo creo que fue un milagro, aunque nadie se diera cuenta. Por un momento troté como volando, sin tocar el suelo y el Señor evitó la catástrofe. Jesús entonces me habló de nuevo al oído:
—No te entusiasmes tanto, que la música y las flores no son por ti. Confórmate con ser mi trono un día. Los que hoy me vitorean mañana pedirán mi muerte. Tú sé fiel y también estarás conmigo en el Paraíso.
No sé de qué os extrañáis; el Salmo 35 dice que Dios salvará a los hombres y a los borricos.
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
domingo, 28 de marzo de 2010
Diario del borrico
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14 comentarios:
Menos mal que nosotros también, pensaba que solo a los hombres...
Un saludo
¿Nos haría el favor de desgranar, como hizo en Navidad, las escenas del evangelio de estos días, para seguir las huellas de Jesús, cuando está a punto de morir por nosotros? Unos amigos se van Tierra Santa dentro de unos días: me dan envidia.
¡Qué más quisiera yo que tener tiempo, inspiración y talento para tanto!
Mañana me voy a Riaza y predicaré un curso de retiro hasta el domingo. No me comprometo a nada. Aunque..., quién sabe.
Bueno, sólo tiene que copiar unas pocas lineas de lo mucho que predicará en ese retiro...inténtelo ;)
Dn. Enrique me ateve a pedir que lo intente por lo menos, lo pide una borriquilla que empieza a caminar de nuevo junto a El, y como dice el amigo Carlos es bueno para ayudarnos a llegar y entender los padecimientos de Jesus. ¡Anda que no tuvo que pasar! y por muchísimo menos lo que nos quejamos y protestamos nosotros. Los aires y la serenidad de Riaza seguro le ayudan.
de verdad dice eso el salmo 35???
Así contando no es de estrañar, aunque también podría referirse alos borricos de los hombres!. Más que nada proque en España llevamos una racha de despropósitos morales...
Me encantó el texto. en cuanto mis hijos terminen de hacer los deberes, se lo leo.
Por cierto, acabo de leer el comentario de Carlos y su respuesta. Salvo tiempo de lo demás va "sobrao".
Oh!- Soy el anónimo de las faltas garrafales. De verdad de verdad que son erratas que no faltas! "contado y extrañar"
Sí que soy burra!
¿En qué parte del S. 35 viene algo parecido a la salvación de los burros?
debe ser que esa interpretación está predestinada para unos pocos...
feliz semana santa!!!
Me ha encantado este pasaje, don Enrique. Yo quiero ser como ese borrico, tan fiel y tan dispuesto a ser y a hacer lo que mi Señor me diga.
Gracias.
"Homines et iumenta salvabis", ps 35, v.7.
Ya sé que el contexto es otro y que los traductores discrepan, pero la vulgata dice literalmente: "salvarás a los hombres y a los borricos".
Ayer, en la Misa del Domingo de Ramos, fuimos "la gente". A mis hijos, sobre todo los pequeños les entusiasmo la idea de participar en la lectura del Evangelio. Leían su parte y seguían con el misal las demás. Hasta que llego el momento en que la "gente" condenaba a Jesus, le insultaba y se burlaba de El. Entonces Laura me dijo: yo ya no quiero ser "gente", no quiero decir esas cosas!
Me parece que ella fua el borriquito y los demás seguimos siendo "gente" sin poder evitarlo.
Enhorabuena porque lo que acabo de leer me ha encantado.¡Lo que mas me ha gustado ha sido la parte en la que el borrico se entusiasma!
J.M.C.P. NINE YEARS OLD
Blanca desde USA. Para mi lo más importante del diario de borrico, en estos tiempo que corren, es lo que le dijo Jesús: No te entusiasmes.............
Es un problema esto de las traducciones de la Biblia. Yo tengo la mía reescrita.
Por cierto, en la mía es en el Salmo 36, 7 in fine.
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