Acabo de enviar a Mundo Cristiano este artículo. Debería ser honrado y esperar a que salga en papel para ponerlo en el globo, pero esta vez no he podido contenerme. Aquí está. Espero que no se enfaden en la revista.
Querido Benedicto XVI:
Comencé esta sección de Mundo Cristiano hace tres meses con el propósito de mandar e-mails públicos a hombres y mujeres de cierta relevancia ya fallecidos: Juan Pablo I, Neil Armstrong, Telmo Zarra…. También pensé escribir a personajes literarios como Harry Potter o Mafalda, que quizá nunca existieron, pero han tenido mucha más vida virtual que sus propios creadores.
Sin embargo, hasta hoy nunca se me pasó por la cabeza dirigirme a alguien como usted, Santidad, que incluso puede contestarme con un twit o un watsapp, ya que, gracias a Dios, continúa con nosotros por muchos años y, según parece, maneja las nuevas tecnologías. Es cierto que “está oculto para el mundo” ―cito sus propias palabras―, pero no me cabe duda de que el mundo no está oculto para usted.
Quería contarle, Santidad, que esta mañana a las ocho y media he dirigido la meditación en una casa de retiros a un grupo de veintitantas mujeres. Como es jueves, antes de comenzar la predicación, he abierto la puerta del Sagrario para que quede a la vista el pequeño copón que contiene las Sagradas Formas.
En ese momento me he dejado llevar por la fantasía. No tengo arreglo; siempre me ocurre lo mismo; mi capacidad de fabular es imparable y me distraigo con cualquier cosa. Debería haber estado atento sólo a lo que tenía entre manos, pero, al abrir la puerta del tabernáculo, imagine que estaba frente a la fachada de la Basílica de San Pedro en Roma y que yo mismo descorría las cortinas de la loggia central para mostrar al mundo la figura blanca y sonriente del Santo Padre.
He dicho entonces en voz baja dos palabras del “Adoro te devote”: latens Deitas, Dios escondido. Y, puestos en pie, comenzamos a recitar en voz alta ese himno eucarístico, que he rezado centenares de veces.
En efecto, en el Sagrario, en el copón, en las especies sacramentales, se esconde el mismo Dios. Y, bajo la sotana blanca del nuevo Pontífice de Roma, se esconde Jesucristo, que nos bendice y sonríe.
He visto esta misma escena en seis ocasiones: la primera, en octubre de 1958. Estaba yo en Pamplona y acababa de comenzar la carrera de Derecho en el “Estudio General de Navarra”. El Papa recién elegido se llamó Juan XXIII y sonreía como un abuelo cariñoso. Cinco años más tarde, a pocos días de licenciarme en Sevilla, volvió a abrirse la puerta de aquel balcón y apareció la esbelta figura de Pablo VI. Mucho después, en agosto de 1978, no necesité la televisión para estar presente en la aparición de Juan Pablo I: su sonrisa iluminó la Plaza de San Pedro durante apenas un mes, pero era también, la sonrisa de Dios.
En el mes de octubre de ese mismo año, Juan Pablo II nos dijo desde aquel balcón que había tenido miedo, que confiaba en nuestras oraciones y hasta nos pidió que le corrigiéramos cuando se equivocarse al hablar en italiano. En aquel Papa, venuto da lontano, descubrimos el rostro de Cristo: un Cristo joven, deportista, alegre, maltratado, herido, enfermo, anciano, moribundo…
Y por fin, llegó usted. Yo estaba, como ahora, predicando en una casa de retiros cuando una nueva fumata blanca anunció al mundo que Cristo volvería a asomarse al balcón de San Pedro. Cuando le vi aparecer, comprendí que ya no estaba frente al “teólogo Ratzinger”, al que admiré y leí apasionadamente durante años. De nuevo, la sonrisa; la misma sonrisa del dolce Cristo in terra.
Y, por fin, hace pocos días…, un nuevo Papa. Esta vez fallaron todas las quinielas. Parecía abrumado, incluso abatido. Debe de ser tremendo revestirse de Cristo y comprender que el corazón se comienza a dilatar hasta abarcar el mundo entero.
El Papa quedó unos segundos en silencio, con los brazos caídos, sin fuerza. Él sabía ya que, de ahora en adelante, será “como un sacramento” de la presencia de Cristo en el mundo; que en él no veremos a un personaje público más o menos relevante, sino a ese Jesús escondido que sigue dando la vida por sus ovejas.
Al fin nos regalo su sonrisa y hasta nos hizo sonreír con sus primeras palabras.
25 comentarios:
Sorprendente,cauto,melancolico y fantastico su mail.
Sentí tambien sus brazos pesados,pero al arrodillarse delante de Dios frente a sus ovejas,supe que yá teniamos otra vez al Buen Pastor entre nosotros
Gracias por compartir este e-mail en el Globo. Me dió más ganas de comprar Mundo Cristiano...
Y pensar que para que asome la sonrisa de Jesús en el balcón, su portador ha de pasar antes por la Sala de las Lágrimas...
Hay que ver lo que le gustan las paradojas al Señor.
Jo, D.Henry! le ha salido REDONDO, como el globo terráqueo, este email. Prométame (a mí, y al resto de globeros, si le da la gana, también) que si Benedicto XVI le responde, me lo cuenta.
GRACIAS. Esta entrada de hoy es MUCHO mas que lo que parece.
Pentamamá: es cierto! paradoja y símil de la vida cristiana...Ya sabes...Sin pasar por la Cruz, no hay Resurección....
Ays! q se me ha olvidado una pregunta que tenía. No tiene demasiada -la verdad es que ninguna, la verdad- pero estoy "intrigada". Al final parece que está claro que el nombre es sin el "I". Pero ¿y Juan Pablo I? ¿Sabría usted D. Henry dar una respuesta a eso? GRACIAS.
Le puedo contestar a 81? La respuesta es bien sencilla: NO IMPORTA.
Nos quedamos en detalles sin importancias ante la grandeza del nombre elegido por nuestro Papa.
Ah, y a Juan Pablo I se le llama así porque hay un II.
¡Gracias por compartir con nosotros! y perdone si me adelante anoche pero era tal el entusiasmo y el cariño al nuevo Papa. Adiosle
De buen rollo eh! q te pasa yomisma ?
La sonrisa de ayer fue muy especial. Los primeros segundos frente al Santo Padre fueron de una expectación intensa, intensa. Sobre todo para los que no habíamos visto nunca al cardenal Bergoglio. Lo que vivimos después resolvió tantas dudas y quinielas...
Gracias, Yomisma! Sí, creo que tienes razón, y estoy 100% de acuerdo con que no importa, (de hecho era lo que quería haber dejado escrito pero algo pasó y mi cursor se zampó la palabra "importancia" detrés de "ninguna" :) sin que yo me diera cuenta...) Es que no lo recuerdo, pero, quieres decir que al Papa Juan Pablo I le llamamos así sólo desde que su sucesor eligió el nombre de Juan Pablo II? GRACIAS!
Por fa, que nadie se lo tome a mal y de verdad que no quiero ser pesada; pero es que mis "mayores" me aseguraban que a Juan Pablo I le llamaron así durante todo su pontificado, y yo lo recordaba así, pero no podía asegurarlo, sin saberse (obviamente) que fuera a haber un JPII. Y, como soy muy muy cazurra y quería saberlo, he consultado las hemerotecas: desde el día en que fue elegido hasta el día en que se fue al Cielo...aparece nombrado como Juan Pablo I en los periódicos. Osea que es una excepción o algo, pero no fue el Papa Juan Pablo, fue el Papa Juan Pablo I. Insisto en que carece de importancia. Dejémoslo en pura curiosidad. Perdone, D. Henry...(Ay, madre! Me temo que me va a caer una buena "bronca" por usar el globo para estas tonterías....Ufff). Soy peor que en el cole, lo siento.
Yo la verdad, que he vivido dos veces esta expectación.primero con BVI y ahora con Francisco I.
Cuando oi su nombre me quede un poco desconcertada,no sabia si lo habia pillado ó realmente no me habia enterado de nada. Ni siquiera m sonaba su nombre....... pero ahora eso que más da. Ya tenemos Papa,ya tenemos guien nos guie.
Ahora toca rezar por él y sus nuevos colaboradores,para que le ayuden a tirar de la barca. Y nosotros los jóvenes no podemos dejarle solo. Muchas gracias Santo Padre!!!
Habrá que hacer algo para que la página de comentarios no se convierta en una tertulia sobre pequeñeces.
Por el momento me limitaré a pediros que no aburráis al personal con estas cosas. ¿De acuerdo?
Abrumado, sí, eso parecía. Pero luego, cuando tímidamente empezó a hablar, hizo un chiste y dirigió a toda la Iglesia en una oración por Benedicto XVI... qué emoción, qué bonito, qué bueno es el Jefe. Laus Deo
De acuerdo.
También me llamó mucho la atención su caída de brazos y su gesto abrumado del principio y cómo se fué soltando. Me pareció muy humano!!! Guardando las distancias...yo tb me suelo bloquear un poco! Viva el Pápa!
Paloma
Que importante es la expression facial y el "body language". Yo por mi parte estoy encantada, no me pasa nada más que estoy en una nube todavía,, Como cuando tienes un niño que todo te importa un pito, excepto El Niño en cuestión y esa alegría interior que uno no puede explicar. Ah, Pacita, a 81 también la veo todavía en uniforme... Cosas de la vida.
A lo mejor es cosa de la expresión facial y el "body language", pero ... No entiendo qué ha querido decir Yomisma con lo de verme también todavía de uniforme!
Me ha encantado su carta y doy gracias a Dios por el Papa que tenemos.
81, digamos que hemos coincidido en los pasillos del colegio más de una vez.
No tengo tu email ni nada. Y por la foto no te reconozco (perdón por eso). Si quieres escribeme vía Porsiacas (la casa de Nuevepornueve) que ya me parece abusar de la hospitalidad del globo....
BSS
Qué preciosidad. Bordado.
El papa no es propiamente vicario o sacramento de Cristo.Es el obispo de Roma,vicario(?) del apostol Pedro.No conviene excedernos en estas cuestiones que luego conducen a la papolatria...Si repasamos la historia de los papas se nos rebajaran estas exageraciones que solo sirven para infantilizar la fe.
En realidad, le corresponden algunos títulos más:
1. Obispo de Roma: Su equivalente más usual en el Vaticano II es "Romano Pontífice", donde Pontifex designa a todo obispo.
2. Sucesor (mejor que “Vicario”) de Pedro: el título se encuentra en el concilio Vaticano I y se repite ampliamente en el Vaticano II.
3. Papa: el título más popular derivado del latín, papa, padre, aplicado en Oriente y Occidente a los obispos e incluso a los simples sacerdotes. Progresivamente tendió a usarse sólo para el obispo de Roma, como "Papa de los padres”. La consagración de este título fue obra de Gregorio VII en el año 1075.
4. Pastor Supremo de la Iglesia: título usado por los Concilios Vaticanos I y II.
5. Vicario de Cristo: los concilios Vaticanos I y II usan este título para nombrar al Papa aunque. También puede aplicarse a los obispos "como vicarios y delegados de Cristo" (Lumen Gentium 27) ya que Papa y obispos comparten el mismo episcopado.
6. Sumo Pontífice: título propio de la República romana dado al César. Su uso se encuentra en los dos concilios del Vaticano I y II, también aplicados a Cristo.
7. Siervo de los siervos de Dios: título de inspiración bíblica, presente en San Agustín: "siervo de Cristo y los siervos de Cristo" y en la Regla de san Benito aplicado al abad. Su uso se convirtió en regla general como inicio de los documentos pontificios a partir del siglo IX y se mantiene hasta nuestros tiempos.
8. Patriarca de Occidente: título que recuerda la Pentarquía, o los cinco Patriarcados de la Iglesia del primer milenio: Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén. Fue suprimido en el Annuario pontificio a partir de 2006.
9. Soberano del Estado Vaticano.
En otro orden de cosas, ojalá, querido anónimo, nos animáramos a"infantilizar" un poco la fe. Cada vez que oigo hablar de una "fe adulta" me echo a temblar. Casi siempre se trata de una fe tibia.
No se vaya Ud. a creer que nuestro don Henry no sabe nada, pedazo de anónimo.
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