domingo, 14 de septiembre de 2014

En vísperas de la beatificación (II)

¿Recuerdos?
Ayer aludí a los "recuerdos de don Álvaro" que conformaron una de las últimas tertulias de la convivencia de sacerdotes en la que he participado. Dije, entre otras cosas, que yo guardo en mi caletre docenas de esos recuerdos y que los voy contando poco a poco, por orden y con medida, en los cursos de retiro y convivencias que atiendo casi ininterrumpidamente.
Se veía venir. Hoy las más asiduas al globo (siempre son "ellas") me piden que cuelgue aquí esos recuerdos para compartirlos con todos. No voy a hacerlo por dos razones que trataré de explicar.
Hay anécdotas mínimas, pequeños detalles tan "de familia" que necesitan un contexto propicio para ser entendidos y valorados adecuadamente. En el ámbito más íntimo de una familia es posible compartir historias, relacionarlas con otras que relatarán los demás y evocar entre todos  la figura inolvidable de quien fue parte importante de nuestras vidas.
¿Colgarlos del globo? Tiene razón Cordelia cuando afirma que sería necesario escribir un libro; pintar un retrato, una buena semblanza de don Álvaro y crear en el lector el clima adecuado para que cada anécdota tenga luz propia.
Por otra parte, nada puede sustituir a la palabra sonora; pronunciada, no escrita. Quiero decir que, en una meditación sobre la Santísima Virgen —es solo un ejemplo— me caben diez o doce detalles del próximo Beato que entenderán muy bien los que hagan conmigo ese rato de oración. El resto tal vez piense que son naderías, simplezas sin trascendencia alguna.
Así que  hago mío el cantar del Conde Arnaldos: "yo no digo mi canción sino a quien conmigo va" 

16 comentarios:

Juana la loca dijo...

Y hace bien. Los tesoros no se ponen en la puerta de la casa para que todos lo vean. Se guardan con celo y se enseñan a quienes los van a apreciar.
Sus tesoros, sin embargo están en su mente, en su memoria.
Lo del libro no es mala idea. O por lo menos si da permiso para que el que le oiga pueda escribir lo que cuenta.
Así ese tesoro se irá pasando a las siguientes generaciones cuando los testigos presenciales hayan ido a compartir la vida eterna con Don Álvaro. Piénselo.

Vila dijo...

Tiene razón, mal que me pese, tiene razón.

Espero poder tener la suerte de pillarle en algún curso o convivencia (cosa muy improbable, también sea dicho de paso y siendo realista)

Torre dijo...

Muy acertado ¡¡ hay cosas que solo se cuentan en familia y en el momento oportuno ¡¡

Si Dios quiere estaré en la beatificación ¡¡

Torre dijo...

Muy acertado ¡¡ hay cosas que solo se cuentan en familia y en el momento oportuno ¡¡

Si Dios quiere estaré en la beatificación ¡¡

Altea dijo...

Es una auténtica lástima, pero la verdad es que estoy totalmente de acuerdo.

Pedigüeña dijo...

Muy bien, usted es el jefe y usted manda. Pero ¿y aquello de que los perrillos también comen las migajas que caen de la mesa de sus señores...? Gracias adelantadas porque algo siempre cae. Un saludo

Alejandra dijo...

Bueno, "a quien conmigo va".
No sé si voy pero mi meta sí es la misma...

Merche dijo...

Entonces tendremos que asegurarnos de que es usted el sacerdote que predica en el retiro al que vayamos, a ver si "cae" alguno de esos recuerdos. Como usted para mucho por Molinoviejo, me parece que los retiros allí van a estar a tope.

Anónimo dijo...

Pues me apunto a un retiro aliñado de anécdotas que potencien el sabor...
Lucía

Anónimo dijo...

Pues me ha convencido, totalmente, vamos.

Maitezgz dijo...

Hola,bueno pues,a ver si me explico bien.

Don Enrique me parece bien sus motivos,lo entiendo.
No estoy nada de acuerdo, respecto
a lo de simplezas y naderías.
De mis oraciones sabemos ante todos y ante todo,la Virgen María, y yo.
Del romance del infante Arnaldos,del
final del romance quiero decir,
seguramente también tenga razón.
Siempre agradecida, Don. Enrique.

Cordelia dijo...

Vila, Merche, Lucía, ya nos intentaremos organizar...

Enrique Monasterio dijo...

Muchas gracias por ser tan comprensivAs

Pedazo de anónimo dijo...

Ésta claro que así mejor.

Papathoma dijo...

Pues vale...

Cordelia dijo...

Papathoma, tú también