lunes, 29 de diciembre de 2014

El valor y los "valores"

A Blas de Lezo
Querido Almirante:
¡Válgame Dios, y qué pedazo de estatua acaban de dedicarte en Madrid! Digo pedazo y digo bien, porque tú mismo apareces hecho añicos: cojo, tuerto y manco. Sin embargo luces con tanto orgullo tus carencias anatómicas que no sé cómo se atrevieron a llamarte mediohombre los soldados que combatían a tu lado. Por dentro fuiste hombre de una pieza. Te merecías haber nacido en Bilbao, pero fuiste humilde hasta en eso y viniste a este mundo en Pasajes, provincia de Guipúzcoa, que, francamente, no es lo mismo.
¿Cómo prefieres que te nombre en esta carta? ¿Qué título pongo antes de tu apellido? Lo de Marqués de Orvieco se me antoja una broma. Nadie te llamó así en vida, ya que te hicieron aristócrata después de muerto, o sea, cuando ya no molestabas a nadie. Seguro que ahora prefieres ser recordado sólo como Almirante.
Tu historia es tan fantástica como desconocida: empezaste tu carrera militar con 17 años. En la guerra de sucesión española, te enrolaste como guardiamarina, y en la batalla de Vélez-Málaga te volaron la pierna izquierda de un cañonazo. Allí mismo te dejaste operar sin anestesia.
Dos años más tarde, en la misma guerra, perdiste un ojo por culpa de una esquirla que saltó tras un disparo del cañón. Y a los 26 años, un balazo de mosquete te dejó manco para siempre. 
Nada de eso te frenó cuando tuviste que enfrentarte, con apenas 6 barcos, a 195 navíos ingleses, en la defensa de Cartagena de Indias. Fue una batalla humillante para los británicos, quienes, creyéndose vencedores, llegaron a acuñar monedas conmemorativas de una victoria que nunca llegó para ellos.
Me he extendido recordando tu historia, porque todavía hay españoles que no la conocen. Si hubieses nacido en América del Norte, Hollywood te habría dedicado unos cientos de películas. Aquí sin embargo tenemos la fea costumbre de ignorar —incluso de repudiar— las hazañas de nuestros héroes. Nunca hemos necesitado que nos inventen una leyenda negra los de fuera. Nosotros solos las elaboramos con auténtica pericia.
El caso es que yo tenía ganas de escribir sobre una virtud que tu cultivaste en grado máximo y que lamentablemente se cotiza a la baja. Me refiero a la valentía, el valor, el coraje, la bizarría, el arrojo, la intrepidez, la bravura…
Como ves, andamos muy bien de sinónimos. Claro que casi todos son arcaísmos, vocablos ajados por falta de uso.
Según el diccionario  de la Academia, se entiende por valor aquella "cualidad del ánimo que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros". ¡Bien por el diccionario! Ahora solo cabe esperar que en próximas ediciones no modifiquen la definición poniéndola en pretérito, como si se tratase de una vieja virtud practicada en épocas pasadas.
Estoy exagerando, por supuesto. También ahora hay hombres y mujeres valientes, dispuestos a jugarse un ojo de la cara y hasta la vida entera en las muchas batallas que plantea la existencia ordinaria. Pienso, por ejemplo, en esos "padres y madres-coraje" que, para defender a sus hijos, han sabido enfrentarse y derrotar a dragones más peligrosos que los de Harry Potter; y en los que no tienen miedo a llenar sus casas con muchos niños, con risas y lágrimas, con bullicio, batallas, llantos contagiosos y sudores de fin de mes.
Sigue habiendo héroes este siglo, querido Almirante. Lo malo es que no está de moda aplaudir sus hazañas. Es más, cuando se habla de "educar en valores", pocos piensan que el valor (la valentía) sea un "valor". A los niños se les manda que sean cautos, que huyan del peligro, que por nada del mundo arriesguen su vida o su integridad física.
Según una reciente encuesta, sólo un 16% de españoles estaría dispuesto a defender España con las armas, si fuese atacada. Aquellos castellanos y aragoneses que hace cinco siglos se lanzaron —con vascos y extremeños a la cabeza— a la conquista de América, ya no quieren luchar para apoderarse de nuevos territorios ni para defender el suyo.
No sé lo que pensarán esos adolescentes blanditos cuando vean tu estatua. Quizá que, con una pata de palo, no vales para jugar al fútbol.  

10 comentarios:

Alberto Secades dijo...

Un verdadero héroe.
La vergüenza del olvido en el que se encontraba, se ha reparado con la estatua que le rinde homenaje.

En mi próxima visita a Madrid, me acercaré (unto a mis hijos) para presentarle mis respetos.

Anónimo dijo...

Tiene bemoles que Usted defienda la conquista de América.

Anónimo dijo...

Las virtudes cardo son prudencia, justicia, fortaleza y templanza. No incluyen el arrojo, la intrepidez ni la bizarría. Le aconsejo ver la magnifica escena de la película Gladiator en la que el emperador Marco Aurelio habla de las virtudes con su hijo Cómodo.

Julio César dijo...

Ya veo, querido anónimo, que bebes en las fuentes de la filosofía: nada como una peli americana para estudiar las virtudes cardinales. Claro que sí profundizas un poco en la fortaleza y en la prudencia, verás que, en efecto, la valentía es una gran virtud. Y también la audacia, que deriva de la prudencia, aunque algunos crean que es mejor ser cauteloso.
Y no olvides la fe, la esperanza, la caridad, la sinceridad, la nobleza de espíritu, el patriotismo (que deriva de la piedad) y se distingue netamente del nacionalismo. .En fin para qué seguir.

Nuevepornueve dijo...

¡Qué ilusión, D. Henry, que le haya escrito esta carta al Almirante! Estuve en Colón -eramos pocos, pero entusiastas- en la inauguración del monumento -una estatua de esas de las de antes- y me he regalado una de las novelas que cuentan su biografía. Me ha gustado muchísimo esta carta. Resume muchas de las cosas que me gustaría saber decir a mis chavales cercanos (y no tan chavales). Con un puñado de hombres y mujeres así de valientes....!
Feliz Navidad (aún estamos en Navidad) y un buenísimo 2015.
Y muchas gracias por un año más dándonos tanto.
Loreto

goyo dijo...

Querido D.Enri mis tres grandes amores son mi Dios,mi familia en la incluyo multitud de amigos y mi patria.Le agradezco mucho esta entrada porque a veces parece que estas solo que eres un loco nostalgico y retro, que vive en una sociedad de plastilina,devorada por el relativismo moral .La vida esta llena de decisiones dificiles, pero siempre hay que actuar con valentia buscando la verdad ver, porque la verdad es la que produce justicia y paz no solo paz social sino tambien paz en el alma.

Muchas gracias Goyo

Pascalle dijo...

Olé!

Anónimo dijo...

Sorprende su ignorancia, y lo digo con respeto.

El artículo habla de las virtudes de una persona y no de la "conquista" de América.

Por otro lado, aún se desconoce "conquista" más humana que la de América por los españoles, y a la vista está.

Hubo errores y crímenes, sí. Como usted y yo tenemos virtudes y defectos.

Como también los tuvo Blas de Lezo.

Feliz Año Nuevo.
Javier G.

Altea dijo...

Vaya, pues es verdad. No sabía la historia de este hombre.
¡Me ha encantado lo de la batalla contra los ingleses! Sólo se habla de aquella armada invencible. Sobre esta, silencio total.

Fernando Q. dijo...

uno de tantos marinos ilustres que dió España, cuando España era una nación orgullosa de su pasado y de su Fe.