Los pastores
Estaba
amaneciendo cuando oí la voz de María:
—Me parece que
alguien quiere pasar.
Yo había cerrado
la entrada del establo con unas tablas y las ramas de un olivo para protegernos
mejor del frío. Así que me levanté para mirar a través de un pequeño ventanuco.
Inmediatamente
reconocí el rostro de uno de los pastores.
—¿Qué ocurre,
Rubén?
El pastor bajó la mirada como avergonzado:
—Ha nacido el
Niño, ¿verdad?
—Ya veo que lo
sabes todo… Sí, y es precioso.
Sonreí para
tranquilizarlo y quité las tablas de la puerta.
—¡Es verdad!
—exclamó—; está en el pesebre, como dijo el Ángel.
Detrás de Rubén
entró su hijo, el pequeño Zabulón, y siete
pastores más. María se había incorporado para recibir a sus visitantes y no
dejó de dar las gracias sonriente a cada uno cuando se postraron ante Jesús. A
Zabulón, como era sólo un chiquillo, le dio además un beso y un abrazo mientras
le decía algo sobre su madre, que hizo llorar al pequeño.
El último en
marchar fue precisamente Zabulón. Quería quedarse con nosotros y sólo accedió a
irse cuando su padre le autorizó a volver a cuando quisiera:
—¿Te gustaría encargarte
de traer ropa y comida, y de hacer lo que te pida la madre de Jesús?
—El niño
respondió que "claro" con su media lengua de trapo, y lo tuvimos
varios días a nuestro servicio. Incluso
nos trajo un perrillo, según él "para hacer guardia".
Tres días más tarde
llegó al establo, me tomó de la mano y dijo:
—Tienes que
venir a ver tu nueva casa. El Ángel me ha pedido que te la enseñe.
Yo, que ya había
aprendido a confiar en el pequeño pastor, le seguí sin dudar un instante. Desde ese mismo día
vivimos en el centro de la ciudad, en una casita tan espaciosa que incluso me
sirve de taller. Los vecinos nos han recibido con alegría, porque necesitaban
un artesano que arreglara el horno.
Hemos empezado a
ganar dinero y, aunque Zabulón dice que prefiere ser pastor como su padre, lo
cierto es que me ayuda mucho y aprende deprisa a trabajar la madera.
7 comentarios:
Gracias mil !!!!!
Ayuda a rezar y a meterse en la escena
Aunque ultimamente no comente, muchas gracias por estas escenas tan bonitas y que tanto sirven en estos días. Me alegro de que la inspiración vuelva!
A Zabulón le conozco, y a ese perrillo también (incluso recuerdo muy bien su nombre ;) ).
Estas escenas efectivamente serían capítulos adicionales estupendos para la 16ª edición del Belén que puso Dios.
(me lo pido para los Reyes de la próxima Navidad, ¿vale?; pero también con dedicatoria especial, porfa.
Gracias mil!!!
Gracias, Vila; pero no... El belén no se toca.
Vila tiene razón. Yo de momento voy a imprimir todas estas entradas sobre San José y las voy a unir con una grapita.
Esa es otra idea: reunir las escenas de S. José que ha ido escribiendo.
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