miércoles, 28 de enero de 2015

Al Capitán Garfio


El tic-tac

No me caes muy bien, querido Capitán Garfio; aunque siempre mejor que tu enemigo íntimo, Peter Pan, que, en mi opinión, fue sólo un cursi empalagoso. Toda ese cuento de los niños que no quieren crecer es poco natural. Si a un chiquillo cualquiera le preguntas cuántos años tiene, no te dirá los que ha cumplido, sino los que va a cumplir. Se ve que tienen prisa por celebrar de golpe todos los cumpleaños. Ya se sabe: los niños, por definición quieren ser mayores. Por eso el "complejo de Peter Pan", tan frecuente en esta época infantiloide del Estado del Bienestar, se considera un mal síndrome, un lamentable síntoma de decadencia.

Tú, en cambio, eres adulto y has tenido un pasado del que te sientes orgulloso. Trabajaste para Barbanegra, según creo, y te hiciste hombre pirateando en siete mares.
Luego vino el penoso asunto del garfio, el reloj y el cocodrilo. Dicen los historiadores que fue el propio Peter Pan quien te segó el brazo de un tajo con tan mala fortuna que el miembro amputado cayó en la boca abierta de un cocodrilo enorme.
A partir de aquí la leyenda se me antoja confusa: dicen que al cocodrilo le gustó el sabor de tu brazo y que te persigue incansable para acabar de devorarte entero. No acabo de creérmelo: a nadie se le ocurriría pedir un postre tan indigesto. Un pirata viejo, flaco y duro como una gaviota, no es bocado de gusto ni siquiera para un reptil de tan generosa dentadura. 
Lo del reloj tampoco es creíble. De acuerdo con que el cocodrilo se lo tragara accidentalmente, pero cómo se explica que siga haciendo tic-tac desde entonces y tú lo oigas a todas horas. ¿No comprendes que es imposible? ¡Habría que darle cuerda cada noche!
No, querido Capitán: ese tic-tac que te anuncia la presencia del cocodrilo y te pone de los nervios, sólo existe en tu imaginación. Cuando te llega el olor repugnante de un saurio —de uno cualquiera— se dispara tu obsesión por los relojes y suenan en tu sesera las campanas de la Puerta del Sol, los big-ben, los viejos carillones, los timbres de los despertadores y las mil señales acústicas que hemos inventado para marcar el paso del tiempo.
Reconócelo, Capitán Garfio. Más que a los cocodrilos tú tienes miedo al tiempo que pasa implacable, a la vejez que se acerca cada vez más deprisa. Todas las noches, cuando te quitas el sombrero de pirata y el enorme pelucón negro con que te adornas, al mirar al espejo descubres a un pobre anciano calvo, con unos pocos cabellos blancos sobre las orejas. Ya has triturado todos los relojes de tu barco. ¿Harás lo mismo con los espejos?
Así que, ya ves; no eres tan distinto de Peter Pan. Él no quiere ser adulto; tú te niegas a ser viejo. ¡Pareja de cobardes!
Lo malo es que hay muchos como tú. Son los que conciben la vida como un juego infantil o como un parque temático, y nunca piensan en el final. Sienten verdadero horror a la decrepitud, a la pérdida de facultades, a la destrucción de su pequeño mundo.
En cambio los que saben que la vida es camino no tienen miedo a la ancianidad ni a la muerte. Entienden que estamos en guerra, en una hermosa batalla de Amor, donde el enemigo es el propio egoísmo, al que hay que derrotar cada día. Saben que amar  es "desvivirse" y entregar esa vida "desvivida", gota o de golpe. La vejez, para ellos, es la recta final que lleva a la victoria, a ganar la última batalla y, por tanto, la guerra.
Los cobardes creen que no hay camino, ni meta, ni amor más grande que el propio ombligo. Un presunto pensador contemporáneo escribió que "la existencia humana es un juego que el hombre desearía prolongar eternamente". Podías haberlo dicho tú, Pirata de pacotilla.
¿Se puede saber cuándo renunciaste a tu memorable pasado? ¿Cuándo olvidaste que lo tuyo es pelear hasta el postremo instante y morir gloriosamente, entregando la vida en el último abordaje, que lleva a la eternidad?
No lograrás parar el reloj que se tragó el cocodrilo, amigo Garfio;  pero podrás escucharlo sin miedo cuando descubras que ese tic-tac te avisa de que se acerca la última batalla. Y esta vez hay que ganarla.

  

10 comentarios:

Cordelia dijo...

Gracias.

Amalia dijo...

Brillante... y espeluznante lo cierto que es.
Una amiga se separa tras ocho años de matrimonio y un bebé de 10 meses (nació una semana después de Eugenia), al parecer "ninguno tiene ganas de seguir"... "ni de crecer" añadí por lo bajo...
A encomendar a los Peter Panes y Garfios, y a nosotros para no dejar de decir que esas excusas son "¡sandeces!"

Anónimo dijo...

Supongo que cuesta mucho darse cuenta que uno ya no es lo que era, que se van olvidando las cosas, que no tienes control sobre los demás e incluso en muchos casos, sobre uno mismo... Por eso pienso que lo de hacerse como niño no es tampoco ninguna tontería. Sin bobadas boni madureces, si no el saber que uno es hijo de Dios. E hijo pequeño. Digo.

Anónimo dijo...

Estoy en el aeropuerto de Oporto y me duele la espalda, pienso en la cruz ,dicen mis amigos medicos que podian ser 24 horas de agonia,de terribles dolores y calambres espantosos. Y yo Dios mio jamas he podido entender tu locura de amor, aumentame la fe que soy una mezcla de Quijote Peter Pan y Mortadelo. Ten compasion de mi Dios mio

Vila dijo...

Esta nueva sección de cartas me está gustando mucho. Se le saca mucho jugo.

Al igual que mi querida Cordelia: gracias

RJMSS dijo...

El lunes mamá se nos fue al cielo, con 90 años y una vida llena y dedicada a sus hijos, especialmente a uno que nació con parálisis cerebral, pero supo hacerlo tan bien, que ninguno de los demás notamos que éramos menos queridos, aunque todos sabíamos que al que más quería ella, es a él, y con eso consiguió que sus hijos, queriéndonos mucho, también tuviesemos nuestro preferido. Nos enseñó que los ángeles en el cielo nos ponían un punto positivo cuando le hacíamos cualquier cosa que él no podía... En sus 7 años de Alzheimer lo hemos recordado, hemos tenido la suerte de poder ganar muchos puntos cuidándola y mimándola a ella ¡que suerte hemos tenido! Y sin sufrimiento, tranquila, el lunes el ángel de los puntos la recibió con gran alegría; detrás de él seguro que estaba papá, el otro gran artífice de esta familia a la que hemos tenido la gran suerte de pertenecer. ¡Gracias! ¡Que privilegio cuidar y servir a nuestros mayores!

Anónimo dijo...

Voy a encomendarla, me hizo recordar que a mis ocho años de casada todo se hizo más difícil , los niños enfermos de noche, el cansancio, comenzó a fallar todo, la lavadora, el refri, etc todo! Pero con la vista puesta en el horizonte volvimos a reencontrarnos... Quien dijo que era fácil ? A poner mucho amor, paciencia, voluntad, abnegación ! Dios ayuda si uno se ayuda y se deja ayudar

Fernando Q. dijo...

"La vida es camino". Me encanta. Gracias.

Jorge dijo...

Brillante.

Clara dijo...

Ole!