domingo, 25 de enero de 2015

Encuentro en Madrid

 Salgo de Riaza a las 10,30. El termómetro del coche dice que 4º grados bajo cero. Ayer fue peor; amanecimos a -8º y tiritaban hasta mis pensamientos.
A quince grados de distancia está Madrid, que ensaya los primeros compases de la primavera. Yo solo tengo que hacer un par de gestiones antes ir a casa de Santi y Amalia, que me invitaron a comer hace varios meses y hasta hoy no había encontrado un hueco.
En la Plaza Mariano de Cavia tengo suerte: primera gestión, zanjada. Voy en busca del coche y, en el momento de abrir la puerta, oigo una voz:
—Padre…
Se trata de un anciano que camina apoyado en un bastón. Viste pobremente y lleva al cuello una bufanda de colores vivos. No parece un mendigo.
—Dígame.
—Permítame que me presente —comienza—.
Me dice su nombre, Ramón, su edad (86 años) y sus títulos académicos, que son muchos y variados. Se expresa lentamente, pero con precisión. No tengo necesidad de interrumpirle. Sólo, al final, cuando afirma:
—Además soy presbítero como usted; sólo que retirado. Ya no tengo cabeza.
—¿Es usted sacerdote?
Asiente con la cabeza, y como los dos estamos de pie en la acera, le invito a entrar en mi coche.
Sentado en el asiento del copiloto, me pregunta a qué me dedico, hace cuantos años que "canté misa", si pienso retirarme… Me aconseja que no lo deje mientras tenga salud. Y termina por pedirme "un favor muy grande": mi bendición. Luego explica que ha venido de Galicia para ver a su hermana mayor, que está muy enferma.
—Si pudiera usted visitarla de vez en cuando. A nuestra edad, ya sabe…
Me apunta su dirección y su teléfono en un papel, y, antes de despedirnos, me dice que hablará con su hermana para que esté prevenida.
—Ha sido un gozo encontrarme con usted —añade—.
Un abrazo grande y pongo rumbo a la casa de Santi y Amalia.
 
 

9 comentarios:

Merche dijo...

¡Qué historia más preciosa! Muchas gracias por compartirla. Espero que encuentre hueco para ir a ver a la hermana.

Anónimo dijo...

Que regalo, que consuelo. Dios ES tan bueno....

Cordelia dijo...

Qué bonito! Seguro que además el encuentro le da mucho juego para preparar el curso de retiro de sacerdotes.

Alejandra dijo...

Es que hay que ser más atrevido. Cada vez que me cruzo con un sacerdote me dan ganas de pedirle que me incluya en sus oraciones, porque "se les nota" que van rezando pero nunca me animo. Bien por el curica!.

Anónimo dijo...

Pues anímate, no tienes nada que perder y a lo mejor le das un buen subidon al padre.

Anónimo dijo...

Cada vez tengo mas claro que Dios baja muchas veces a vernos disfrazado de todo tipo de personas .

Antuán dijo...

¡Que bueno!¡Cuanta gente nos sorprende cada dia! Rezaré por el y por su hermana. Adiosle-pido

Papathoma dijo...

Lo incluyo en mi lista de curas por los que rezar cada día (a él y a todos los que estén en su situación) y sigo dando gracias a Dios, que provoca estos encuentros casuales .

Anónimo dijo...

¡En ese edificio está Mizar, el club de mis hijos! Cómo lo echan de menos. Cosas de vivir un tiempo en un país árabe...