Y no una nevada tímida de primavera, sino una verdadera borrasca blanca de copos enormes que bailan su vals silencioso en el jardín. Los pájaros huyen despavoridos y los árboles, recién podados, sin el abrigo de las hojarasca, estornudan de frío al otro lado de la ventana.
Yo me siento en el despacho y trato de poner por escrito algo que me ha venido a la cabeza esta mañana cuando regresaba de ver a mi podólogo (¿de cabecera?) en Segovia.
Ya estoy otra vez en Molinoviejo, y no ha venido nadie. Por tanto, esas voces que oigo deben ser producto de mi imaginación.
Pues no. Son Antonio y Javier, que han decidido coger el coche y hacer 70 kilómetros para comer conmigo. ¿Por qué? Porque es 23 de marzo, porque nieva y porque mi familia es así.
Son ya las cuatro de la tarde. Acaban de marcharse los visitantes. Estoy conmovido, pero no sé poner por escrito todo lo que siento.
Iré al viejo oratorio de la casa antigua y daré gracias al Señor por la nieve, por esta visita y por mil cosas más que no diré.
6 comentarios:
Ya que Antuan se ha lanzado a felicitarle también lo haré yo en público.
Feliz día d.henry.!!!!! y ponga a los pies de la Virgen mi Acción de Gracias.
Felicidades! Bonito regalo de cumpletortas. Familia decorada con nieve...
¿Es su cumple? Pues felicidades D.Enrique.
La nieve a estas alturas no es bienvenida. Os lo digo por experiencia.
Qué detalle más bonito.
Me uno a su acción de gracias.
Don Henry, con unos días de retraso, ¡felicidades!
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