Voy a darme un respiro de unos días antes de continuar con esta serie. Tengo abarrotado el congelador y necesito ir sacando textos entumecidos para ventilarlos en el blog.
De momento, como colofón a las dos últimas entradas, aquí tenéis un poema del chileno José Miguel Ibáñez Langlois, uno de los poetas vivos más grandes de la lengua castellana.
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Soy cura
y qué
otros buscan perlas en el fondo del mar
o instalan ojos y oídos humanos en la estratosfera
yo trabajo en éste y en el otro mundo
yo tengo el poder de expulsar demonios de las computadoras
yo transformo leprosos en arcángeles
y mujeres de Lot en estatuas de sal
yo me visto como ni los mismos reyes para celebrar la Misa
yo hablo todas las lenguas de Pentecostés y algunas otras nuevas
yo soy la mano de Dios que borra los pecados más increíbles
yo soy el espejo de Dios que camina por la historia sagrada
otros tocan la flauta a las serpientes artificiales
yo resucito muertos
soy cura
y qué.
7 comentarios:
Amén.
... (no digo nada, para no estropearlo)...
Parece que se haya usted propuesto convencernos a todos los que no lo somos de que nos hagamos curas.
No aspiro a tanto, Juanan, pero tú sí que estás en la edad de pensarlo
Cómo son los curas del Opus :P
Otra vez los dientes largos: a ver si me mandan por fin una antología de este hombre. Qué penitencia de espera.
Su biografía -y algo más- en:
http://www.memoriachilena.cl/
mChilena01//temas/dest.asp?id=
criticavalente
Hay que trabajar bien, como él. Y no hacer acepción de personas, como él.
Además, saber reírse de sí mismo/a, cada manana al mirarse al espejo, como aprendí de él.
Saludos!
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