Llevo dos días ya en el dique seco o en vía muerta, como más os guste. Me limito a rezar y a leer. De momento, ando con tres libros y un discurso.
- Las Confesiones de San Agustín. Hay que leerlas, releerlas y asombrarse de que en el siglo IV surgiese una figura tan gigantesca. Son las primeras "memorias íntimas" de la historia de la humanidad, y San Agustín sigue siendo nuestro contemporáneo.
- Escatología, de Joseph Ratzinger, una lectura muy apropiada para un enfermito como yo que, a las cuatro de la madrugada, casi se sintió "morir" (entre comillas, of course). Habla de las "verdades eternas". ¿Por qué se las llamará así? En rigor, todas las verdades son eternas.
- Casi culpables, de Jeffrey Archer, un conjunto de cuentos casi ingeniosos y casi entretenidos.
- El discurso que Benedicto XVI —hablo de Joseph Ratzinger, una de las cabezas más privilegiadas de Europa— había preparado para su visita a la Universidad de la Sapienza de Roma.
Si yo fuera periodista y buscara sólo un titular o un debate superficial al uso, traduciría al castellano sin comentarios, los dos últimos párrafos del discurso. Pero es preciso leerlo entero. Lo encontraréis en italiano aquí. Mañana o pasado estará traducido a otros idiomas, y pido a Dios que los que lo glosen, a favor o en contra, tengan la honradez intelectual de leerlo y, si lo entienden, de transmitirlo con fidelidad.
No sé..., estamos en una cultura de titulares, eslóganes, y latiguillos ingeniosos sin fundamento, que diría Arguiñano.
2 comentarios:
Cuídese Don Enrique.¿Cree qué Habrá acabado con el virus para el lunes?.
en original alemán, aquí:
Die Rede, die der Papst nicht halten konnte
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