Cerré los ojos, conté hasta diez, los abrí..., y allí seguían: tres sobres enormes llenos de encargos para el trimestre, quince sobres medianos con Christmas fechados el año pasado y que ya no podría contestar y un montón de sobres pequeños que me resistía a abrir por si se tratara de cartas bomba. Uno de ellos llevaba el membrete de la Dirección General de Tráfico, otro estaba escrito a mano, con letra temblorosa. Y había uno especialmente peligroso; dentro ni siquiera cabía una octavilla.
Kloster me sacó bruscamente de mis reflexiones:
—Déjate de síndromes, colega. ¿Qué te creías? Esto es la vida ordinaria con sus ordinarios leones acechándonos por los pasillos. Tienes la cabeza llena de pájaros. Ya va siendo hora de volver al tajo.
Entonces recordé el final de aquel poema melancólico de D’Ors:
…Esto es la vida. Inútil
que te cuentes mentiras:
no sonará borrosa una trompeta
aliada. No llegará John Wayne
con el séptimo de caballería.
8 comentarios:
Animo Don Enrique!!!! como le dijo Kloster ! vamos al tajo, que son las diez de la mañana! es un buen momento.
mañana más.
¡Sí, vamos! También me aplico el cuento, que falta me hace.
Es un consuelo saber que a usted también le pasa. Gracias por la entrada.Yo también me aplico el cuento:
Sunsi
Rece por favor por la prima de mi madre, que ha muerto hoy.
Rocío: mañana, sin falta, ofreceré por ella la Misa.
No era Kloster el que decía que enero es un eterno lunes? Qué razón tiene!
No sabíe que leyese a d´Ors... Ya tenemos otra cosa en común.
Y si al sindrome post vacacional le unes el catarro invernal...
Pero duro con ello.
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