—¿Por qué me miras así?
—¿Cómo te miro?
—Lo sabes muy bien…
Están en la parada del 51, en la calle Velázquez. Entre los dos quizá sumen 160 años. El ha empezado a leer un diario, y ella lo contempla y lo examina detenidamente con ojos de niña-mamá-abuela.
Me quedaría espiando un rato más; pero sería una impertinencia.
—Ya sabes que no me gusta que me mires así.
—¡Chico, cómo te pones...!
Acabo de predicar un retiro. He hablado de la necesidad de renovar la entrega, de rejuvenecer el alma cada día con la Gracia. Ahora, al contemplar de reojo la escena en la parada del autobús, comprendo que, con los años, los ojos envejecen siempre, pero algunas miradas, no.
Ya quisiera para mí esa mirada: en las pupilas de esta anciana aún brilla esa chispa divertida y juguetona que es patrimonio de los niños, de los santos y de los enamorados.
3 comentarios:
FELICIDADES!!! Tienes un premio en nuestro blog de diseño, pasa a recogerlo.
ZZ Design
Que envidia! Espero mantener la mia tan así hasta que sea viejita!
Esa mirada es enternecedora y seguro que a él le encanta!. Le iba a decir alguna cosa... pero no le voy a poner rojo delante de tanta gente!!! jajajaja
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