domingo, 17 de febrero de 2008

Escuchar



Me dijo su nombre e inmediatamente añadió que era ateo. Así, con todas las letras. Esa fue su tarjeta de presentación. Hizo una pausa para darme la oportunidad de añadir algo, y, en vista de que no reaccioné, añadió que quería saber mi opinión sobre una cuestión familiar que le preocupaba, pero que ni se me ocurriera hablar de Dios o de cosas de religión. Si lo hacía, él se marchaba.

Los dos éramos muy jóvenes. Dijo que treinta años, pero yo le habría echado veinte. Se expresaba con mucha precisión.

Le expliqué lo que pensaba sobre el asunto que le trajo a mi casa, me dio las gracias, hizo ademán de levantarse y añadió:

—Bueno…, a lo mejor quiere saber algo más de mí.

Hice un gesto vago, volvió a sentarse y empezó:

—Nací en..., pongamos que Alicante.

Desde ese momento y durante más de veinte minutos no dejó de hablar de Dios ni un solo momento. No le interrumpí salvo para hacer alguna pregunta aclaratoria. Al contar la muerte de su hermana pequeña, comenzaron las lágrimas.

—Desde entonces no “me” hablo con Dios.

El “me” casi me hizo sonreír, pero no dije nada, ni media palabra. De verdad.

Al terminar me dio un abrazo. Aseguró que yo era el primer cura que le entendía. ¿Sería por mi silencio absoluto?

Han pasado más de treinta años. Lo vi en la tele hace unos días: el pelo blanco le sienta bien. Es un buen cristiano de los que no tiene empacho en manifestar su fe. Me pregunto si recordará aquel emotivo monólogo suyo ante un cura joven que parecía mudo.



5 comentarios:

Juanan dijo...

La mayoría de las veces no hace falta decir nada para escuchar a alguien. Curioso.

Anónimo dijo...

Este blog tiene tantos temas que como pierdas un día, vas con retraso. Hoy el tema era la encuesta pero me ha parecido más interesante este asunto de los silencios. Es que hay silencios y silencios. Unos manifiestan indiferencia, otros frialdad, otros sordera, otros prepotencia, otros acogida, humanidad. Pero, ¿sabe qué pasa? Que es muy facil observar ese defecto en los otros y difícil de ver en uno mismo. Esto lo aprendií de Kloster, creo.

Anónimo dijo...

A mi lo que me suena, querida Pascalle, es el ¿"sabe qué pasa"?
Kloster

Hadasita dijo...

¡Qué ganas de que me ponga algo Kloster! ¡Qué envidia, pascalle!

Anónimo dijo...

Ser buen comunicador es saber cuando hablar, cuando pelear, cuando refutar.. ser buen cristiano, es saber cuando ¨callarse¨, abrir el corazón y escuchar, escuchar y preguntar, pero sobre todo escuchar.
Ud ha entendido eso, Cristo y sus silencios...