lunes, 30 de noviembre de 2009

Novena de la Inmaculada (Primer día)


La Señora del dulce nombre, María, está recogida en oración. Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino...(1)

Yo ahora quiero ser Gabriel, el Arcángel que Yahvé designó para llevar su embajada a María. Dios me ha regalado unas grandes alas plateadas y una túnica radiante. Debo estar bien preparado para entrevistar a la Reina de los Ángeles.

—¿Cómo la llamaré, Señor?

—Llena de Gracia; ése es el nombre que debes darle antes de que yo pueda llamarla Madre.

Al mirarme en el espejo comprendo que mi aspecto es grandioso, pero, delante de la Señora, me siento ridículo, como una mota de polvo frente a una gran montaña florecida. Ella está reclinada sobre un faldistorio de terciopelo rojo. Sus manos son dos palomas blancas; su cabello, un río de oro del que nace una corona incrustada de rubíes, diamantes y esmeraldas.

—Señor, ¿cómo pueden los hombres pasar a su lado sin quedarse prisioneros de esa mirada azul que ni siquiera yo mismo soy capaz de resistir?

—Los he cegado yo para que no la vean como realmente es. Los hombres no verán su palacio real sino una casita de adobes chorreando humedad en el centro de una aldea modesta, y su vestido de reina les parecerá tan pobre y sencillo como todo lo demás.

—¿Y sus ojos?

—Los ojos no. No he querido empañar su resplandor, porque toda mi Gracia se refleja en ellos. Quien se asome a esos ojos con una mirada limpia, de frente, quedará prendido para siempre de su belleza. Y quizá entonces empiece a descubrir el secreto de esa niña.

Camino de Nazaret, sobrevuelo el reino de mi Señora. Está amaneciendo; María es la aurora que precede a la salida del sol. Entro en su palacio temblando. Mi Reina levanta la vista y la estancia se ilumina.

—Alégrate, María, llena de Gracia…

Oración

Dios Padre, Todopoderoso, que, desde toda la eternidad, elegiste a María Santísima para ser la Madre del Verbo Encarnado, y la hiciste Inmaculada, llena de Gracia, inmensamente bella en el alma y en el cuerpo; concede a los que comenzamos hoy esta Novena la gracia de amarla más cada día, como Tú mismo la amas, para que sea siempre nuestro camino hasta el corazón de tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.


(1) San Josemaría Escrivá. Santo Rosario

16 comentarios:

Yomisma dijo...

Gracias

elektrocrash dijo...

Que lindo? va usted a poner los 9 días algo así? puedo usarlo para rezar la novena en mi casa?

Gracias!

Enrique Monasterio dijo...

Lo intentaré, elektrocrash

elektrocrash dijo...

Genial... entonces estoy seguro que tengo novena asegurada! Gracias :)

Almudena dijo...

Gracias. Gracias. Gracias.

fer dijo...

muy buena idea. Gracias. Fernando.

Mar dijo...

Amén.

(Seguire la novena. Gracias)

Anónimo dijo...

Yo quiero ser en aquella casa, un vecino e ire si me deja para hacer la novena con los demas. gracias.CORDOBESA

Historias del Metro dijo...

Me sumo al vecindario que se asoma a la casita, seré discreta, pero estaré.

Clara dijo...

Digo lo mismo que Elektrocash.
Meterse hasta adentro en el Misterio. Precioso.

GAZTELU dijo...

GRACIAS,yo tambien me sumo al patio del vecindario,sobre todo para acercarme mas a nuestra madre y acompañarla en sus ultimos dias de gestacion.

paloma dijo...

Porfaaaaaa don Enrique, inténtelo!!

¡Gracias mil!!!

Papathoma dijo...

Se está llenando la casa... Son muchos los que han entrado sin decir nada. Yo me pongo con ellos en un rinconcito para que siga entrando gente. Esperamos en silencio su reflexión de hoy. GRACIAS.

Anónimo dijo...

Yo también me uno , me coloco en el rinconcito para hacer más sitio.
Gracias D. Enrique por su esfuerzo.
Inma

Carmen dijo...

Tengo que reconocer que plasma muy bien la imagen sobre el papel.
Seguiré leyendo aunque la Novena me pilla de refilón.
Gracias

Isa dijo...

¡Gracias don Enrique!