He
callejeado por Gijón un par de horas con ropa de camuflaje y zapatos voladores.
He recorrido las mismas calles de otros años. No busco pájaros ni monumentos ni
siquiera fachadas de piedra. Me interesa mucho más el paisaje humano: las voces;
las frases que vuelan al pasar; las historias interminables que se cuentan las
mujeres a la orilla de la acera, mientras esperan a que el semáforo se ponga verde;
los gritos de la madre al pequeño que se le escapa de las manos y corre por el
centro mismo de la calzada; los discursos de los paseantes de mediana edad, que
pontifican sobre el Sporting con aire metafísico.
Y
los mendigos, que aquí son de otra especie. Piden limosna con otra música, sin
perder jamás ese aire orgulloso que gastan casi todos en esta tierra.
En
la calle Garcilaso de la Vega me asalta un tipo largo y estirado, que lleva las
manos en los bolsillos como un pistolero a sueldo y no mueve un músculo cuando dice:
―Qué
tienes para mí…
―¿Necesitas
algo?
―Yo no
te pido nada, pero un hombre necesita comer.
Acepta
un euro sin la menor muestra de agradecimiento y me deja avergonzado, con la
conciencia sucia por no haberle invitado a tomar unos vinos.
Por
lo demás, Gijón está como siempre. Cuando paseo por sus calles me siento mejor,
mucho mejor que en Madrid, esa ciudad enorme donde todo está muy lejos y a la
que uno se acostumbra e incluso toma cariño con los años.
10 comentarios:
Cómo me recuerda esta calle cualquier calle del Casco Viejo bilbaíno, y como me recuerda lo que comentas a las cosas sencillas y fundamentales de nuestro día a día.
esas pequeñas cosas sin las que una vida no puede ser grande.
Qué estupenda crónica viajera.
Gracias, con orgullo también ;-).
Es verdad, vamos casi siempre con tanta prisa que no "vemos"lo q tenemos a nuestro alrededor,hasta disimulamos para no sonreir a la vecina rara.
Buenos días Don Enrique.. tengo un mensaje para usted en
http://desdemicasarory.blogspot.com/2012/12/jesus-el-dulce-viene.html
Un gran abrazo desde Paraguay !
Pues es raro que no vaya nadie por la calle, las clases han terminado a lo mejor se han ido al pueblo, eso si se tiene que encontrar con el ultimo mendigo, eso si se lo tengo dicho haga como yo cogase un bollo del desayuno y reparta en especies. Adiosle
Tiene usted imán para los mendigos y los niños. Posiblemente es que les trata como si fueran seres humanos, y lo notan.
Pero a su sus casitas no se los lleva a dormir
Me quedo tranquilo sabiendo que tú, mi infatigable lector, sí que te los llevas.
Y tu?
Se han cruzado los mensajesD.Enrique, se lo manfaba al amigo anonimo.aprovecha hoy q es Nochebuena...
Me lo aplico a mi tambien
Pues Gijón está cada día peor, gente mal hablada, alcohol, delincuencia y un largo etc Pero claro, también depende mucho de la hora que no de los barrios, que casi casi llega hasta Granda, al menos en bicicleta ...
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