miércoles, 16 de enero de 2013

La peluquería de Amed

 El sillón de Amed es más moderno
Frente a la Parroquia de San Alberto Magno, a pocos metros de mi casa han abierto una “peluquería de caballeros”. El dueño y único peluquero se llama Amed, es joven, marroquí, licenciado en Historia y políglota. Habla árabe, español, francés, inglés y holandés. Además corta el pelo con oficio y cobra 6 euros. A los jubilados, sólo 5.
Esta mañana me he decidido a probar, a pesar de que cambiar de peluquero comporta riesgos graves.
Amed me recibe ceremoniosamente; me invita a colgar el abrigo en el perchero y hace la pregunta reglamentaria:
―¿Cómo lo quiere?
―Haz lo que te parezca ―le contesto―. Si me gusta, tendrás un cliente nuevo.
Cierro los ojos y me abandono en sus manos. Al instante compruebo que comienza a darme un suave masaje en las sienes.
―Esto le devuelve la vida ―afirma―.
Con la vida recuperada, comenzamos a charlar. Me habla de los clientes que ya han entrado en la peluquería: el párroco de San Alberto, una familia de Arganda, varios profesores de Tajamar y algunos niños.
Luego hablamos de religión y se sorprende al saber que el Dios de los cristianos y el del Islam es el mismo. Amed dice conocer el Corán; es creyente y le gusta trabajar bien porque Dios lo quiere así.
―Dios quiere eso, ¿verdad?
―Sí; pero no te olvides de ofrecerle el trabajo cada mañana. Yo lo hago también. 
―Él ya sabe. No necesita que se lo recuerde.  
―Dios no lo necesita; pero tú sí. Seguro que alguna vez se te olvida que trabajas por Él.
A medida que pasan los minutos me va entrando el pánico. Tengo la impresión de que Amed corta con demasiada alegría, pero no me atrevo a pararle. Como último retóque me masajea el cuello con un polvo blanco:
―Es polvo marroquí. No se lo doy a todos.
Me miro al espejo. El resultado es aceptable. Le pago 6 euros, como si no estuviese jubilado.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Jubilado, de jubileo, puede... pero poco más.

Marita

pacita dijo...

De verdad que me he mondao de risa ,no si lo convertirá seguro dentro de nada se llamara AmedJosé

yomisma dijo...

Es verdad, Dios no lo necesita. No necesita nada. Somos nosotros los necesitados de recordar que trabajamos para El, y sólo para El. Gracias don henry.

Mercedes dijo...

Estoy completamente de acuerdo con Pacita.

Cordelia dijo...

Me has pisado el comentario, guapa...

Asumpta dijo...

La silla es muy chula.

Antonio dijo...

Es usted todo un temerario Pater, anhorabuena.

elsillóndepapá dijo...

Cambiar de peluquero es una demostración de valor digna de pasar a los escritos, pero me da la sensación, que esos 6 euros no fueron por un simple corte, seguro estoy de que realmente mereció la pena... la cuestión es ¿volverá a la peluquería de Amed?. Un abrazo

Enrique Monasterio dijo...

Cambiar de peluquero es una consecuencia del cambio de domicilio. Y sí; volveré con Amed.

Anónimo dijo...

¡madre mía! licenciado en historia y políglota y trabaja de peluquero. Esto sí que hace honor a la tontería que decíamos los de ciencias: "peluquería y letras". Él estará conforme porque al menos tiene trabajo, pero es muy triste. Quizás lo compense las nuevas y buenas amistades que está haciendo.

Altea dijo...

Es una ventaja para un peluquero ser historiador y políglota. Le facilita la conversación con sus clientes.

yomisma dijo...

Y la comidita que pone en la mesa...