Claro
que sí, Rafa. Mis alumnas también tienen exámenes, y el profesor ―en este caso,
yo― los corrige con todo rigor y los califica del 0 al 10. Los exámenes siempre
han sido necesarios. Sin ellos, los alumnos más trabajadores estudiarían la
mitad. Y no digamos los “listillos”. Gracias a esas pruebas finales, yo todavía
sé algo de Derecho.
Es
cierto que ahora las cosas son diferentes. Mis alumnas de Teología no se juegan
nada; simplemente quieren “conocer” algo más, aplicando la luz de la fe y el
esfuerzo de la razón a los Misterios revelados para aprender a contemplarlos como
niños pequeños, que eso somos delante de Dios.
Cuando
se estudia así, dar clase es una delicia, y corregir los exámenes aún más.
Nadie trata de engañar al profesor: ellas reflexionan sobre lo que han oído en
clase y sobre lo que han estudiado, y dejan sobre el papel el fruto de su
trabajo y de su talento.
Yo
tomo nota, aprendo de mis alumnas, anoto al margen algún comentario. Y casi
siempre les doy el sobresaliente que se merecen.
5 comentarios:
Grandeee Pater !!!!!! Con semejante Profesor como para no tener alumnas brillantes... Gracias por compartir sus letritas de todos los días nos hacen muchooo bien... Dios lo colme de abundantes Gracias y Bendiciones...
Doy fe... Así da gusto ir a clase, ya podía ser así siempre... ;)
Gracias.hoy ha sido tema de mi oración.
Hace tiempo que no sabemos nada de kloster.
Me ha hecho recordar mi época de estudiante... Quién pudiera volver!!!
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