Las historias de don Fernando (y van...)
El burro muerto
Un sacerdote, al salir de la casa
parroquial, se encontró con que había un
burro muerto sobre el césped. Llamó a la policía y le dijeron no veían indicio
de delito y que sería mejor que llamara al departamento de salud pública.
El departamento de salud pública le dijo
que no veían peligro de salud pública y que sería mejor que llamara al servicio
de basuras.
El servicio de basuras le dijo que para
poder mover el burro necesitaban autorización del alcalde.
Este párroco conocía al alcalde pero dudó
si llamarle porque el alcalde era una persona con un genio cáustico con el que
era difícil tratar; pero decidió llamarle.
El alcalde no le defraudó, empezó a
despotricar de esto y aquello y al final le dijo:
—¿Para qué me llama? ¿No es su oficio
enterrar a los muertos?
El párroco hizo una pausa para pedir a Dios
que le inspirara y le dijo:
—Sí, señor alcalde, efectivamente es mi
oficio enterrar a los muertos, pero siempre me gusta notificar antes al
pariente más próximo.
6 comentarios:
Ja, ja, ja, ja
Lo peor es que es real
Magnífica inspiración, je je je
Me ha hecho reír un buen rato. Gracias mil.
Sabe, el dibujo del burrito me ha recordado los burritos de barro que venden en Molinoviejo casa donde estan los libros y las estampas. Si se fija tienen la cabeza algo mas grande en proporción al resto del cuerpo, igual que el dibujo.
Fíjese al pasar, a ver qué le parece.
Tengo uno puesto en el salón de casa y asi me recuerda que tengo que bajar mi cabezota
Bonísimo! Aplauso para don Fernando.
Jajajajajaja
Muy bueno.
Gracias por hacernos reír, D. Fernando.
Publicar un comentario