lunes, 9 de septiembre de 2019

Hoy



En mi etapa de cura rural, cuando sólo predicaba retiros o atendía convivencias y otros medios de formación en Molinoviejo, Riaza o Canarias, no había lunes, ni miércoles, ni findes. Los días de la semana venían sin identificarse y se esfumaban sin dejar huella. ¿Martes, jueves? ¿Qué más da? Solo importaba el lento trascurrir de las estaciones: el oro del otoño, la nieve del invierno, el verde adolescente de la primavera, los violines tremolantes de los abejarucos en verano… ¿Monotonía? Tampoco. Cada jornada era única como lo era cada meditación o cada clase.
Pero he vuelto a Madrid y he entrado en la rueda de los días numerados del uno al treinta y uno, y catalogados como laborables, festivos y de puente. Ahora cada jornada llega con su etiqueta y color correspondientes. El viernes aparece de verde esperanza; el lunes, de marrón oscuro; los martes y los jueves, de rojo-Aldovea, que es el color del cole. El miércoles, como es un día veleidoso, cambia de color según las circunstancias.
Hoy es lunes. Me gustan los lunes, palabra, igual que disfruto con la madrugada y el madrugón. Los lunes me siento muy temprano frente a la pantalla del ordenata y lo lleno de palabras. Son cuentos para niños, clases, pláticas, homilías, meditaciones… 
Me dicen que no necesito prepararme tanto.
—Con tu experiencia…
Y dale con mi experiencia. Sin estas mañanas de lunes, ¿cómo podría improvisar el resto de la semana?

7 comentarios:

Goyo dijo...

Yo los lunes le pido misericordia a Dios me siento tan capaz de tropezar en cualquier bache incluso aunque este señalado

Carmen dijo...

Feliz lunes a todos!!!

Antuán dijo...

Hola. Para mi los días vienen a ser iguales y distintos. Ahora con el comienzo del curso al principio de semana vienen colegios y los finde universitario/as. Se trata de que la gente este a gusto. Si estamos aquí es gracias a ellos. Sino no estaríamos. Es obvio. Se agradece. Es trabajo. Y el Rosario Isabel en mi casa lo rezábamos en familia siendo chicos. Mi padre lo dirigía mientras se paseaba porque decía que se dormía. tenia que madrugar para ir a la mina. Nos decía: ¿Quien lo lleva? ¿Tanto pesa?. Cuando me fui a estudiar a Madrid lo deje pero después volví a rezarlo porque quise. Me di cuenta que lo necesitaba, que nadie me obligaba y podía rezarlo hasta por la calle. En un paseo normal. Adiosle

Fernando Q. dijo...

El primer Misterio de hoy lo ofrezco por tu persona e intenciones Isabel...

yomisma dijo...

Isabel, me parto contigo: sabes de todo pero no entiendes de nada.

Goyo dijo...

Así es

Amalia dijo...

Al que llama se le abre...