Había empezado a llover y yo trataba de encasquetarme un sombrero impermeable mientras cerraba la cremallera del gabán, sostenía la cartera entre las rodillas y resguardaba el teléfono móvil en un bolsillo interior.
En dirección contraria venía con su paraguas abierto una señora de edad avanzada. Se detuvo a mi lado, sonrió con ternura y me dijo:
—¿Puedo darte un beso?
No dije nada, pero ella debió interpretar que sí, porque se lanzó a mis brazos. El paraguas se me clavó en la oreja, la cartera cayó al suelo, el sombrero se ladeó peligrosamente y a duras penas logré salvar el teléfono. Mientras tanto la impetuosa señora me informaba:
—Usted es don Enrique y ha escrito “el belén viviente”, un libro preciosísimo sobre la Navidad.
—Bueno, el libro, en realidad, se titula…
—¡Preciosísimo, preciosísimo!, repitió mientras se alejaba.
Volví a casa la mar de contento. Yo creo que ya se me ha pasado el síndrome post-pajaril.
9 comentarios:
Me duelen los riñones de reírme... ay.
Jajaja, qué cosas le pasan...
Un saludo
No me creo que te pasen tantas cosas... Por otro lado, si las señoras se te lanzan al cuello..., es síntoma de que ya le ven como un sacerdote de edad provecta. Qué genial! o ten cuidado (sobre todo con el movil).
El de antes era yo: no lo hice para ocultar mi identidad.
Querido Anónimo: como sigas acusándome de inventarme historias, me veré obligado a revelar tu identidad
Qué bueno!!! me habría gustado ver la escena,sobre todo sí la señora no era muy alta.
Don Enrique, ¿No llevaría, por casualidad, encendido el video del teléfono?....Revíselo y si lo tiene grabado debería publicarlo.
jajajajjajajajaj
me imaginé perfecto la escena !!!
qué divertido !!!
saludos !!!
increíble, un relato muy bonito! gracias!
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