viernes, 25 de enero de 2008

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Me
dice Marta que casi nunca respondo a los comentaristas del blog. Y tiene razón.

—¿Quién te has creído que eres? me dice Kloster, que es mi conciencia más rigurosa. Tu silencio puede interpretarse como arrogancia. Esto es una tertulia, amigo mío.

El problema es que me falta tiempo. Paro poco delante del ordenador: veinte minutos por la mañana y media hora larga por la tarde-noche.

Sería divertido y enriquecedor polemizar un poco con Beades; charlar sobre Calderón con Rocío o meterme con Juanan, con María, incluso con el poderoso Dani..., pero es que no hay manera. Hago esfuerzos titánicos para que esta máquina no me quite ni un minuto más de lo necesario.

Veo que las visitas al blog crecen, y también los elogios, que agradezco con toda el alma, porque me vienen muy bien. Pero, porfa, no me pidáis más. Prometo que, cuando coja otra gastroenteritis, me enchufaré el portátil en vena y hablaremos.

Atentamente


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Don Enrique. Sus comentarios hay que valorarlos por su calidad y no por la cantidad. A mí me respondió hace poco... y me dio en la cresta. Primero me enfadé; después tuve que hacer un ejercicio de humildad -cómo cuesta...- y reconocer a regañadientes que usted llevaba razón. Total... que me dio una buena lección. Se lo agradezco.

Benita Pérez-Pardo dijo...

D. Enrique. Como quiera. Siéntase como en su blog!.Faltaría más! ;)

Anónimo dijo...

Don Enrique, espero que no pase mucho frio en Molinoviejo, y que tenga oportunidad de pasear por el pinar al atardecer. Y que se acuerde de los visitantes del blog que lo necesitamos de vez en cuando.

Juanan dijo...

¡Cómo que meterse conmigo! María, por ti también va, únete a mí: ¡boicot! Jejejeje.

Pero bueno, para mí al menos siempre es un placer saber que me lee con frecuencia. También me vienen muy bien. ¡Gracias!

Jesús Beades dijo...

Gracias por lo de divertido.

Anónimo dijo...

Don Enrique, el tiempo no es todo lo elástico que quisiéramos. Ojalá pudiéramos sentarnos en un salón y compartir tertulias de horas y horas... Pero mientras no nos ataque esa gastrointeritis, seguiremos leyendo contentos sus líneas y las del resto del barrio, anotando lo que buenamente podamos o se nos ocurra.