—¿Entonces cómo nos ve Dios?
Creo que fue Ester, o si no Pilar, su mejor amiga, quien me formuló esta extraña pregunta. Tenían por entonces unos diez años, que es una edad en la que las niñas se plantean insólitas dudas teológicas.
No entendí lo que quería decir, pero su amiga me lo aclaró:
—¿Verdad que no nos ve desde arriba, como si fuera un pájaro?
Me vino a la memoria esta anécdota hace una semana cuando subimos al Mirador del Fitu. El Fitu es un balcón situado a más de seiscientos metros de altura, desde el que se domina buena parte de los valles que componen la cuenca del Sella y la costa asturiana desde Llanes a Villaviciosa. Como fondo, hacia el sur, se divisa el macizo central de los Picos de Europa.
Renuncio a describir el paisaje: sólo puedo decir que es uno de los panoramas más grandiosos que he visto jamás.
Soplaba un viento helado y recio que nos empujaba al precipicio. Rafa, a mi lado, insistía en que teníamos que volver cuando el aire estuviera en calma y la visibilidad fuese mejor, pero supongo que todo esto forma parte de la belleza del lugar.
Ajusté los prismáticos y di un barrido por el horizonte: las playas, los pueblos de la costa, las montañas cubiertas de nieve. Todo, a vista de pájaro…, o de águila real.
Dicen que algunas rapaces pueden divisar su presa con nitidez a kilómetros de distancia. O sea, como yo mismo con los prismáticos.
Pero no, Dios no nos ve así. Creo que aquel día expliqué a las niñas que Dios no es un vigilante, una especie de policía que detecta “desde arriba” cada movimiento de sus criaturas. Él nos ve y nos oye, desde luego, pero sobre todo nos mira y nos escucha como un Padre desde el centro mismo de nuestro corazón.
Y sin embargo, quién tuviera siempre vista de pájaro para ver el mundo y los acontecimientos con esa perspectiva; para no dejarnos abrumar por lo que parece grande y quizá sólo es cercano. Cuando uno logra despegarse un poco de la tierra y volar, es más sencillo conservar la sonrisa y el sentido del humor.
7 comentarios:
Zaragoza, a orillas del Ebro. Caminan dando un paseo una madre con su hija de pocos años y, de pronto, la hija hace la siguiente pregunta:
- Mama, ¿Dios lo ve todo?
Respuesta de la madre:
- Sí, claro.
Insiste la enana
- ¿Todo, todo? ¿Nos está viendo ahora?
La madre, un poco mosca, asiente una vez más y, despues de un rato de silencio, la hija le espeta:
- Pues... ¿sabes lo que te digo, mamá? Que Dios es un fisgón.
Lo contaba la madre, todavía asombrada, perpleja, y un puntico orgullosa de la capacidad de raciocinio de su renacuaja.
espero que Dios me vea y me ayude a salir de esta situacion que tengo tan dificil
Y tú, querido androide, ¿como estás? ¿Te cambiaron las piezas averiadas?
Pues va a ser que no. Lés he pedico a los Reyes un filtro nuevo y sigo a la espera del recambio.
Bueno, la verdad es que también les he pedido una Guía de campo para ver pájaros y tambien la estoy esperando (porque la encargaron por Internet).
La última noticia es que me van a meter un chisme para ver cómo está por dentro la CPU. Hasta que no pase esa prueba, no me vuelven a meter en la lista de espera.
Es lo bueno que tienen esta averías, que ejercitas mucho los músculos de la paciencia y, de paso, estás más pegadico a la cruz.
Un saludo desde el medio del Mare Nostrum.
¡El mirador del Fito! Una de las excursiones de siempre en Asturias. Creo que yo siempre lo he visto con niebla -¡y en verano!-. Digamos que es una perspectiva distinta.
Chita, haremos "sesiones de apoyo" ;). Por aquí hay un buen equipo "petitorio" de trabajo. También "apoyaremos" de las piezas de racambio.
Qué importante es "despegarse" y a veces resultan difícil...
gracias Benita tal como ers creo que tienes enchufe alli arriba.
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