Me acerco en coche y lo abandono en el primer hueco libre que encuentro. Para evitar despistes, tomo nota del nombre de la calle y me dispongo a caminar sin rumbo fijo un par de horas. Empieza a anochecer.
Las luces de la ciudad producen un efecto engañoso. Los comercios están iluminados con todo el esplendor de la Navidad pero ninguno está abierto salvo las tiendas de los chinos y algún que otro bar. La mayor parte de los paseantes van en chándal y muchos en parejas. Por un momento tengo la impresión de que nadie va a ninguna parte; más o menos como yo mismo.
He entrado en una iglesia. Son las 8 y cuarto y acaba de terminar la Misa. Trato de quedarme unos minutos, pero un conserje me advierte de que van a cerrar.
—¿No es un poco pronto?
—Aquí cerramos a esta hora…
Empiezan a abrirse los bares y los restaurantes. No hace frío. La luna nueva, ya algo crecida, se asoma al fondo de la calle y ha borrado del cielo buena parte de las estrellas.
Veo un bazar chino lleno de clientes. Lo atiende una mujer joven pequeñita y sonriente que hace reverencias a diestro y siniestro.
—¿Habéis abierto hoy?
—Sí, nosotros nunca fiesta. Siempre somos abridos
En uno de los estantes descubro un sombrero impermeable idéntico al que me olvidé en Madrid. Aquél costaba quince euros. Éste, 1 euro con cincuenta céntimos. Me lo pruebo delante de un espejo y oigo una voz femenina a mi espalda:
—Está bien. Tú, guapo.
Debí habérmelo comprado, pero salgo sin hacer ningún gasto. Todo es tan barato que uno tiene la impresión de estar estafando a alguien o al revés, quien sabe.
En un semáforo sorprendo una curiosa conversación de dos ancianas:
—Que te digo que no puedo —asegura una—. Yo a ese hombre lo dejo.
—No sé, hija… Son muchos años.
—Pues por eso. Y a lo mejor me dan la nulidad…
—Qué cosas tienes…
Se alejan. Me quedo mirándolas. Ninguna de las dos cumplirá ya los 70. Supongo que hablan del matrimonio. Ojalá sea otra cosa…
Sigo caminando por la calle “De la Costa”. No veo ninguna costa, pero sí unas cuantas sidrerías la mar de tentadoras. Sale de un portal una mujer joven que lleva de la ma
no a un ratón gigantesco de peluche que, al parecer, camina sólo. Falsa alarma. Detrás del ratón hay una niña gordita que abraza al muñeco con todas sus fuerzas.
Más adelante me tropiezo con una rumana que pide limosna, con un borrachín local, con tres chicas disfrazadas de algo…
No hay mejor excursión que ésta de callejear observando el espectáculo de las gentes que van y vienen, oyendo conversaciones entrecortadas, espiando miradas e interpelando a los más pequeños:
—¿Cómo se llama ese ratón?
—Se llama Fede, como mi prima…
—¿Y a tu primo le parece bien?
—¡Mi primaaaaa! Se llama Pilar, pero la llaman Fede.
—Ah, claro…
No sé cuántos kilómetros he recorrido ni me importa, pero he disfrutado mucho más que si me hubiese dedicado a ver monumentos de piedra.
De nuevo en el coche, constato que aún no he rezado el rosario.
6 comentarios:
"Todo es tan barato que uno tiene la impresión de estar estafando a alguien o al revés, quien sabe."
Eso lo tenía que haber pensado el otro día nates de comprar un par de cosas en el mercadillo...
La conciencia me hubiera librado de tirar 15 eur. Si es que no pensar sale muy caro.
Me voy a mi Asturias Patria Querida el miércoles. Ha habido cambio de planes. ¿Tendrá un hueco para venir a comer a casa? :-) María aún conserva pelillo...
El miércoles es 7. Tendría que ser el 8, jueves... No tengo otro hueco. ¿Podréis?
Una propuesta o duda, si un hombre es sociable por naturaleza... ¿es antinatural desear estar solo?. A veces buscamos la soledad para estar más aguato, incluso en el evangelio pone que Jesus la buscaba en ocasiones, ¿no?. Si me puede contestar. gracias por su respuesta. Mi nombre es P. Que es más discreto que el nombr completo:)
Feliz Año! Y ayer dia 1 nacio Teresa la niña de Rosa M. estan muy bien
Qué pena. La historia de la nulidad y dejar al marido debió de ser consecuencia de una sucesión de ingestas por parte de la mujer o del comentado caballero... con cierto contenido etílico a lo largo y ancho de la noche, que en ese caso sí fue vieja...
Me da mucha pena... es cierto, son tantos años... prefiero no juzgar.
Esperemos que a estas alturas se les haya olvidado.
El ser humano o mejora o empeora con el tiempo... pero se ve que nos cuesta permanecer siempre niños.
Abrazos, D. Enrique. Rezo x y a Don Carlos... Este sí que fue siempre fiel al mejor Amor. Qué envidia.
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