jueves, 13 de agosto de 2009

"Crucifijación"


Escribe, una vez más, Enrique García-Máiquez


FRANCISCO Caamaño, ministro de Justicia, parece más hombre de lacón con grelos que de fijaciones anticlericales. Pero quien venía siendo un ministro de perfil bajo (y ancho sobre todo) del Gobierno de Zapatero se ha desayunado nada menos que un domingo de agosto anunciando por sorpresa que la Ley de Libertad Religiosa impondrá la retirada de los crucifijos, belenes y otros símbolos religiosos de los colegios públicos y, si se puede, de los concertados.

Espero que los menos originales del patio, esos que vuelven a repetir que esto es otra cortina de humo, comprendan que con tanto humo nos entre un poco de tos. Quedan pocos símbolos religiosos en la enseñanza pública, por lo que la medida de marras no hace más que dar martillazos sobre un clavo viejo, pero no deja de ser una intromisión en la autonomía de los centros y en las decisiones libres de los padres y los alumnos, que cada año eligen la asignatura de religión por una inmensa mayoría, que ya quisiera para sí cualquier político.

Además, recuerdo que Chesterton en su novela La esfera y (ejem) la cruz nos contaba de uno que empezó descolgando crucifijos y que le entró tal obsesión que ya los veía en cualquier parte: en los cruces de caminos, en las rejas de una valla, en los travesaños de las vías de un tren, en la grafía de la letra "t", etcétera. Acabó desmantelando el mundo entero, o intentándolo. "Eso es otra pesadilla de Chesterton", me objetará alguno, "como El hombre que fue Jueves, novela subtitulada precisamente una pesadilla". Sí, pero una pesadilla a un tris de hacerse realidad. Una vez quitadas las cruces, ¿van a dejar que en esas mismas aulas laicas se explique a fondo la Divina Comedia o a san Juan de la (ay) Cruz? ¿Dónde y cómo parar?

Y todavía más. Cuando a Simone Weil la expulsaron de la docencia, comentó: "No imaginaba otra manera de coronar mi carrera administrativa". Siempre le admiré la frase, aunque yo, feliz profesor de Secundaria, no se la envidié jamás. Ahora empiezo a imaginarme pronunciándola. Porque a ver, aunque en mi programación no se habla de cristianismo, yo soy cristiano y ¿qué mayor símbolo religioso que un cristiano? Un cristiano es un crucifijo andante. (Y siento dar ideas a Caamaño & cía., pero es que la misión del columnista es dar ideas, aunque vayan contra su interés.)

Conste que no me parece necesario que un aula esté presidida por un crucifijo, pero, igual que yo no lo impondría, no entiendo tanto empeño en prohibirlo. Hacer una Ley de Libertad Religiosa para negar la libertad de poner un crucifijo o de montar un belén en Navidad es una contradicción extraña, inquietante.

http://www.diariodesevilla.es



13 comentarios:

Gonzalo dijo...

El artículo es magnífico, lo llevo pensando desde que me lo desayuné esta mañana entre sorbo y sorbo de cola cao.

Pero como le he dejado al propio Máiquez comentado en su blog, posiblemente esto no esté casi ni empezando.

Anónimo dijo...

A mí la estupidez, el odio y la obstinación, me dan pena y rabia.

¿No hay nada que solucionar en este país más que eliminar simbolos religiosos?

¿Trasladarán las catedrales a algún almacen o las destruirán directamente para demostrar que somos libres?

¿Van a hacer lo mismo con los musulmanes? Ya se que son un uno por mil comparado con los católicos, pero como estamos tan globalizaditos ya, ¿les impedirán que miren a la meca, que lleven la cabeza tapada, les obligarán a beber cerveza?

Por favor...

Luisa

Bernardo dijo...

A Caamaño le ha picado una medusa, pero no la del anuncio (http://www.youtube.com/watch?v=LOpoo3AedP4).

Lo de la objeción de conciencia de los médicos para no matar a sus semejantes, también es muy esclarecedor del pensamiento del Ministro. Y de su jefe.

Juana la Loca dijo...

Efectivamente Gonzalo, no hemos hecho más que empezar, pues leo esta mañana en titulares que el propio ministro ha decidido entrar en las conciencias de los médicos que no quieran realizar abortos por motivos éticos. Ni siquiera entramos en motivos religiosos.
Luisa, no es la libertad religiosa la que quieren instaurar, es el odio a la Iglesia y a todo lo que tenga que ver con ella. A los musulmanes les van a dejar en paz, y lo mejor que nos podemos hacer es de la religión del Partido. ahora, ojo, que tiene más preceptos que la Torá. Y los pecados incluso veniales no se perdonan. ( No se te ocurra olvidar la bolsita para los excrementos de tu perro...)
Pero como ellos nos enseñaron a tatarear, nos hacemos con el himno y cantamos a una voz:
"Libertad, libertad, sin ira Libertad"
O aquel de " No nos moverán"

Viator iens dijo...

Eliminar de la vida pública toda presencia de -no se equivoquen, amigos, no se equivoquen- lo cristiano, es un objetivo antiguo del demonio y el odium fidei su manifestación habitualmente subterránea. Estos afloramientos periódicos de maldad no deben hacernos perder de vista que la Verdad tiene enemigos y que éstos se organizan.

Su verdadero objetivo no es sólo descolgar crucifijos de las paredes de las escuelas públicas, sino impedir que el Reino de Cristo se instaure y permanezca. Últimamente nuestra perdición y la de todo el género humano.

Suena duro, y tan políticamente incorrecto, que habrá quien piense que debería haber tomado ya las vacaciones. Pero no.

Lean a Prada. Hace un año que habló aquí con precisión de todo esto.

E. G-Máiquez dijo...

Muchas gracias, don Enrique. Qué alegría me da leerme en su blog...

Anónimo dijo...

Como el tema de hoy es de libertad religiosa me lanzo sin pudor a mostrar mi discrepante opinión.

No entiendo la polémica pues es incongruente que en un Estado laico existan crucifijos en instituciones públicas. No entiendo porque ven el laicismo como un ataque al cristianismo.Cada hijo de vecino podrá profesar a religión que desee desde un punto de vista individual. No se prohiben manifestaciones religiosas en edificios de caracter privado entiéndase Iglesias, casas privadas u otros edificios religiosos. Si sus hijos optan por la asignatura de religión la tendrán sin problema y en ella serán lícitos cualquier símbolo religioso. El laicismo hace más fuerte a los creyentes pues evidencia que quien lo es, es por fe propia y no por imposición. Si defienden tan descaradamente la no introducción de esta ley parece que hacen patente que es la dominación del catolicismo como religión onmipotente y más fuerte la que hace que haya fieles de la misma.

Jesús dijo: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

Ana.

GAZTELU dijo...

Gracias por pasarnos el articulo de E.Garcia-maiquez,sensacional como siempre.
De igual modo magistral es el articulo de PRADA que nos sugiere VIATOR.
Lo tenia guardado como muchos otros de este escritor,ANA te recomiendo que lo leas,alguno de tus argumentos se caen por su propio peso,con todo mi respeto a tu opinion.
GRACIAS

Viator iens dijo...

Querida Ana:

El laicismo rádical que profesan estos chicos del "Gobierno de España" es una ideología agresiva que pretende que la religión se circunscriba al ámbito de lo privado, esto es: que lo religioso se exprese únicamente en la intimidad del hogar o en el secreto del templo, pero que no tenga trascendencia pública alguna. En serio: a eso van.

Entre quienes piensan así -y ahí están desde luego los del equipo del ministro que ha presentado el proyecto de Ley del que se está hablando aquí-, el plan es luchar por una sociedad política utópica que llegará a ser finalmente ajena por completo al fenómeno religioso. En ese tiempo feliz, todavía por venir, no sólo no se valorará lo religioso como un elemento fundamental de lo humano, sino que estará asépticamente vedada cualquier referencia o manifestación política (en el sentido noble del término, del griego "polis") de la creencia en lo sobrenatural.

Estos amiguitos que nos gobiernan van dando pasitos discretos -a veces no tanto- que acercan la sociedad realmente existente (deficitaria en laicidad) a la idea pura que persiguen, o sea: la realización plena de la sociedad laica, fuente de felicidad y bien para todos. Con ese panorama, lo de los crucifijos en la escuela, las capillas en los hospitales o el cuerpo de capellanes militares es casi una anécdota. Lo que preocupa es hacia dónde se marcha.

Yo tengo personalmente dos problemas principales para aceptar que nuestros legisladores sigan en esa dirección. El primero y principal es que -pensará Usted que soy inmodesto, pero no puedo evitarlo- creo que la Iglesia es portadora de la única Verdad capaz de redimir a los hombres, y tiene -tenemos sus hijos- la obligación de predicarla. Naturalmente podríamos volver a predicar en las catacumbas, pero le hemos cogido cariño al sol de la plaza.

Y otro problema que tengo para tragar con esta Ley y lo que representa es que, aun sabiendo que la única Verdad es Cristo, tengo la absoluta certeza de que no puedo imponérsela a nadie, y así, sólo si se me permite proclamarla en libertad (esta vez sí, libertad de la buena) y desde luego también en la calle, en mi trabajo y en mi vida pública, se estará respetando algo en lo que creo firmemente: que sólo la adhesión individual, libre y voluntaria a esa Verdad tiene valor. Y nadie tiene Fe si no hay predicación.

Además, mire, tratar de impedirnos a los cristianos que prestemos auxilio espiritual a quienes en las complicadas situaciones que se dan en la milicia, o en las circunstancias tantas veces duras de los hospitales desean tener cerca un sacerdote, impedir que quienes libre y voluntariamente -aun en el "sancta sanctorum" de lo público- quieran ver sus actos presididos por un crucifijo puedan hacerlo, no nos lleva a una sociedad más justa, más feliz o más completa. Eso creo yo, vamos.

Seguramente comprenderá que quienes pensamos así nos opongamos a que estos zagales sigan dando pasos hacia la nada.

Yo desde luego no me resigno.

Alix dijo...

Saltando de blog en blog llegué a éste,me había salido de tema y me dije a ver leamos un post....
NO HE PODIDO DEJAR DE LEER CASI TODO EL MES DE MAYO !!!!!
Y es que sois genial,desde ahorita nooos soltaré jijiji
Saludos ♥

Gonzalo dijo...

Ana, no sé si no entiendes la queja cual es o la entiendes perfectamente pero disimulas mejor.

No se trata de que el estado sea laico (que perra habéis cogido, cuando es aconfesional que es otra cosa), no se trata de que el Estado tenga que respaldar o no los símbolos religiosos, sino de que no los persiga. Vamos al ejemplo tonto: Si en un ministerio hay un cuadro colgado que representa un paisaje de cerezos en flor, no hay que quitarlos, aunque el ordenanza que trabaja debajo mismo de él odie los cerezos y tenga un trauma de infancia con ellos. Sin embargo, si representa una imagen de Cristo, o simplemente una escena religiosa, hay que quitarlo porque eso ataca no ya al ordenanza que convive con él sino a toda la pureza del Estado.

Esa discriminación en los cuadros sería una gilipulluá como un piano, si no fuera, y creo que Viator iens apunta bien en ese sentido, un plan calculado.

Otra cosa es que determinadas dificultades nos deberían hacer más fuertes. Deberían, digo.

Juana la Loca dijo...

Ana. El Estado laico es lo que te baila aquí. Una cosa es que el Estado o las instituciones del Estado sean aconfesionales, y otra diferente es que impongan la aconfesionalidad en todos lados. Por cierto, las iglesias no son privadas, son públicas, lo cual no significa que pertenezcan al Estado, si no que cualquiera puede usarlas. Seguimos? Y la religión cristiana en sí es pa´fuera. Justo lo de declararla una cosa de conciencia que nadie tiene por qué saber es lo que se prentende. Pero insisto, "No nos moverán".

Pascalle dijo...

A mí simplemente me suena a película de risa (o a república bananera) que para defender la libertad religiosa empiecen por prohibir signos religiosos.
Este país es la pera.