sábado, 29 de agosto de 2009

La bandeja

(En la fiesta del Martirio de San Juan Bautista)

Siempre
que leo el pasaje evangélico de la muerte de San Juan Bautista, alucino con el asunto de la bandeja.

Recordemos: había una fiesta en el palacio de Herodes con motivo del cumpleaños del Tetrarca; era una fiesta con mucho glamour, con vestidos vaporosos, joyas deslumbrantes, perfumes apestosos, chistes subiditos de tono, música en directo y ríos de alcohol.

El monarca homenajeado se hacía acompañar por Herodías, con quien tenía una relación la mar de civilizada. Herodías era la ex mujer de su hermano y aportaba al lío una hija biológica ya crecidita que, según cuentan, aspiraba a parecerse en todo a su cariñosa mamá. Claro que la niña tenía gustos mucho más refinados como veremos a continuación.

Entre tanto, Juan Bautista, que era un intolerante de libro, le daba a Herodes lecciones de Derecho matrimonial para explicarle que aquello no estaba bien. Juan vivía en las mazmorras de palacio, y nadie se atrevía a tocarle un pelo.

Pero llegó la fiesta. El alcohol elevó el nivel intelectual de las conversaciones y la niña de Herodías bailó. Babeaban de gusto Herodes y los invitados, cuando el rey prometió a la artista que le daría cualquier cosa, “hasta la mitad de mi reino”, precisó el insensato, con una expresión que ya se ha hecho célebre.

La madre sugirió a la niña que exigiera la cabeza del Bautista; pero ésta añadió un detalle glamouroso:

—En una bandeja, porfa. Tráeme ahora mismo la cabeza de Juan, pero servida en bandeja de plata.

No fue difícil de satisfacer el capricho de la hetaira. En todo palacio que se precie hay docenas de bandejas a la espera de las correspondientes cabezas. Así que bajó el verdugo a la mazmorra, decapitó al Santo, colocó la noble testa sobre la bandeja, limpió los bordes con un paño blanco y se dispuso a llevarlo a la fiesta para solaz de los invitados.

¡Qué mona estaba la niña con su bandejita en la mano, cuando entregó el trofeo a su bondadosa mamá!

Y colorín, colorado…

Moraleja:

No hemos progresado mucho. En el siglo XXI sigue habiendo cientos de Herodes y de Herodías, niñas comestibles y fiestas glamourosas. También hay crímenes repugnantes y crímenes con estilo; asesinatos con hacha que terminan en un contenedor de basura y homicidios limpios con VISA platino y bandeja de plata.

Lo que molesta, de verdad, es la bandeja.


11 comentarios:

Anónimo dijo...

No me extraña...y si además se envuelve en papel de colores todavía es más molesto.
Puede que lo dificil sea reconocer el mal cuando aparece en su famosa bandeja de plata...a veces ni nos damos cuenta...habrá que poner más atención...habrá.

Unknown dijo...

Es cierto, Don Enrique, qué razón tiene usted. Lo más molesto son todos los artificios que disponen las personas a su maldad en quizá demasiadas ocasiones.
Este post me ha recordado a la visita que hice al Museo del Prado este verano. Hay un cuadro de la exposición permanente que lo ilustra perfectamente. Es de Strobel el Joven, Bartholomäus, eso pone en la web del museo. Le dejo el enlace popr si le apetece darle un vistazo. Pinche dos veces en la foto para ampliarla.

http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/degollacion-de-san-juan-bautista-y-banquete-de-herodes/

GAZTELU dijo...

Yo siempre que leo este paisaje del evangelio pienso en cuantas Herodias tenemos en nuestros tiempos y cuantos hombres echan a perder su vida por una "cabrita",por no decirlo de otro modo mas ordinario".
Que tendria Herodias? estoy segura que no era tan guapa,nada nos dice el evangelio,bailaba muy bien eso seguro.
Perder la cabeza por un baile por muy sensual que sea me parece que es propio de una persona insustancial.....
Suscribo a Ines,estemos mas atentos
mujeres y hombres no solo en cuanto a pureza se refiere sino al mal en general
GRACIAS

Anónimo dijo...

Ay!. Casi se me corta la digestión de la risa y eso que el asunto es serio y repugante!!

Veo que no le afecta el síndrome postvacacional o prelaboral, como quiera llamarlo. Aunque la verdad, tal como estás las cosas, volver al curro es más exclusivo que irse de crucero...

Almudena dijo...

Gracias por su relectura. A mí lo que más me molesta es la facilidad con que la bruja de la madre manipula a la hija y la sensación de que un adulto puede hacer que un menor vea el mal con buenos ojos por el sólo hecho de que lo aprueben o se lo pidan. Eso sí me da escalofríos.
De todas formas, creo sinceramente que el mundo vá siendo cada vez menos brutal, aunque sea muy despacio.

Benita Pérez-Pardo dijo...

Almudena, admiro tu optimismo!

luque1965@gmail.com dijo...

Herodes manda matar a quien le dice la verdad... curioso.
Yo también me he descubierto "matando" (la lengua -y el corazón- también mata) a aquellas personas que me han recriminado algo... en el fondo, la historia de Herodes no es muy distinta de la de cualquiera de nosotros. Cuando nos puede el instinto más Básico,o la soberbia... matamos.

ARdV dijo...

Almudena, creo que te equivocas... los crímenes así de asquerosos siguen existiendo, cada día más. Sólo que ahora las víctimas son mucho más pequeñitas, tal vez por eso no nos damos cuenta.

Mar dijo...

Este pasaje es muy impactante. Al imaginar esta escena es muy impactante. Herodias era una bruja, la hija una niña caprichosa, aprendiz de bruja. Pero Herodes, un poco debil, ¿no?

Anónimo dijo...

¡Lo más alucinante e ilustrativo para mi es la capacidad de la mujer para tener mala idea y hacer daño! Herodias es una tipología de mujer lo suficientemente frecuente como para quedar retratada en el evangelio. De alguna manera, se puede decir, que "la mujer es así".

También me sorprende que siempre sean las promesas con maldad las que se cumplan y aquellas que prometen cosas buenas con qué facilidad se rompen. ¡Debería ser al revés!¿no?

Enrique Monasterio dijo...

Anónimo: menos mal que tu comentario llega con retraso... Si te leen algunas que yo me sé, te llamarían de todo. Y lo malo es que tendrían razón.
Como ves no estoy de acuerdo con tu comentario. Que quede entre nosotros: pienso que los hombres somos bastante peores (con todas las excepciones que quieras)