viernes, 28 de agosto de 2009

Poemas de agosto (XI)



Acabo de descubrir a Angelina Lamelas. No sé mucho de ella; sólo, que nació en Santander y que en sus versos habla de otoños, de lluvias, de niños y de un amor que siempre quiere volver a empezar.

San Josemaría nos dijo más de una vez que las canciones de amor, de amor humano limpio y noble, le servían para hacer su oración. Lo mismo diría, supongo, de muchos poemas, que son canciones para recitar en voz baja, de corazón a corazón.

Éste que copio hoy me vino al pelo hace unos días para rezar delante del Sagrario de Molinoviejo.

Tu nombre
Se me quebró la voz una mañana
y tu nombre rodó por mi garganta,
cuesta abajo tu nombre,
cuesta abajo,
y llegó al corazón para quedarse.

Cómo resuena tu nombre en mi silencio.
El corazón, un claustro,
una cartuja,
un ciprés solitario, aquel de Silos
que cantara Gerardo,
un surtidor oculto,
una guitarra sin cuerdas apoyada
en la esquina del alma.

Me duele la certeza de tus sílabas
horadando mi piel,
tu nombre ahora escrito y musitado
en pasado perfecto,
nostalgia que estalla en interiores
caminos de la sangre.

Se me quebró la voz una mañana
y tu nombre rodó por mi garganta,
tu nombre que se asoma cuando duermo
y acaricia mis labios en tu ausencia.

Angelina Lamelas

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso! El Amor siempre lleva a Dios... Es Dios. G. AC

Anónimo dijo...

:)

GAZTELU dijo...

No me extraña que le sirviera para hacer la oracion delante del sagrario.....impresionante!!!!!
lo copio.
GRACIAS

Pierre Nodoyuna dijo...

AAAAAAaHHHHHHHHH!!!!!! Todo tu nombre en la garganta, y no quiero que deje de doler.
Esto es a lo que se refería Juan Pablo II cuando decía que hay una parte del hombre que no es biología y ciencia, el espíritu, la capacidad creativa y emocional.... Que grande es el homre y que parecido a Dios!