jueves, 25 de marzo de 2010

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen

Juan Pablo II y Ali-Agca
No ha habido jamás un perdón tan universal y saludable como el que floreció en el Calvario. Por eso ofende tanto la Cruz a los sembradores de odios y a los ideólogos del rencor.


4 comentarios:

Carlos García dijo...

A veces se nos olvida la advertencia del Señor: “En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo”. Y "el que no carga con su cruz y me sigue, tampoco puede ser mi discípulo".

También los santos nos los han recordado con claridad:

"Hijo, óyeme bien: tú, feliz cuando te maltraten y te deshonren; cuando mucha gente se alborote y se ponga de moda escupir sobre ti, porque eres “omnium peripsema" —como basura para todos...
Cuesta, cuesta mucho. Es duro, hasta que —por fin— un hombre se acerca al Sagrario, se ve considerado como toda la porquería del mundo, como un pobre gusano, y dice de verdad: "Señor, si Tú no necesitas mi honra, ¿yo, para qué la quiero?"
Hasta entonces, no sabe el hijo de Dios lo que es ser feliz: hasta llegar a esa desnudez, a esa entrega, que es entrega de amor, pero fundamentada en la mortificación, en el dolor
.

Parece que, una vez más, ha llegado la hora.

Papathoma dijo...

Me uno a esa oración especialmente hoy, día en que celebramos la VIDA -aquí en León,en la plaza de la Catedral, desafiando al frío gélido de esta noche-, para que llegue su perdón a todas aquellas madres que engañadas, presionadas o en un momento de desesperación no acogieron a la vida que comenzaba en su seno...y ahora no encuentran la paz.

Andrés dijo...

Non nobis Dómine, Non nobis, sed nómini tuo da glóriam.

No es para nosotros, sino para gloria de Dios.

Dóminus iluminátio mea et salus mea,¿quem timebo?

Si el Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quien temeré?

Estamos en el lado ganador, pero porque estamos con Él.

(Puestos a decir troncos...)

Un saludo

Bernardo dijo...

Ayer tuvimos (no pongo "celebramos" para que no se me malinterprete) la junta de vecinos de la urbanización (mancomunidad).

Los rencores que se enquistan con los años, son muy malos.