miércoles, 18 de abril de 2007

Es grande ser cura (1)







En un rincón de mi ordenador hay desde hace meses una carpeta que lleva este título. La puse allí con la idea de llenarla de historias, anécdotas y reflexiones personales sobre mi trabajo como sacerdote; pero hasta hoy sigue vacía. Será que ando mal de tiempo. Sí, debe ser eso; porque cada día estoy más convencido de que tengo un oficio fantástico. ¿Por qué no contarlo? Es grande ser cura. No concibo tarea más apasionante ni más “rentable”.


Escribo esta primera entrada desde un pueblo de la Sierra de Madrid. He llegado hace tres días, y estoy solo. Durante una semana daré clases de teología, predicaré unas cuantas meditaciones, confesaré un par de horas por la mañana y dedicaré el resto del tiempo a estudiar, escribir, rezar y pasar revista a las aves migratorias que van llegando de África para poner su nido y veranear en la Península Ibérica. Una forma como otra cualquiera de descansar de este Madrid insoportable que tanto amamos. No tengo televisión, ni falta que hace. El móvil se ha quedado sin cobertura. Internet…, lento, lento. Tampoco tengo prisa. Recibo un periódico —uno solo— y oigo la radio dos veces al día para comprobar que el Planeta sigue en su órbita.


No es un plan apasionante, pero sí insólito, incluso para mí. Por eso me decido a introducir estas primeras líneas en esa carpeta del ordenador.


Como veis he puesto un 1 después del título. Pronto —no sé cuándo— vendrá el 2, el 3… Y saldré de pesca. Trataré de echar el anzuelo por ver si a alguien le entra la curiosidad y pica.


—Pero el sacerdocio es una vocación. Uno no puede apuntarse sin más.


—En efecto. Es una vocación en sentido literal. El sacerdote es elegido y llamado por Dios. Pero Dios utiliza medios humanos, portavoces más o menos torpes o estridentes, que pueden encender la primera chispa de un incendio imparable.


Me estoy alargando demasiado. Hoy sólo quería repetir y subrayar esas cuatro palabras del título, que también podrían expresarse de otro modo: estoy orgulloso de ser cura.


Claro que cuando uno pronuncia la palabra “orgullo” para hablar de su fe, inevitablemente aparece alguien dispuesto a bajarnos los humos:


—No presumas, muchacho. No debemos enorgullecernos de nada: ni de ser cristianos siquiera. Seamos humildes.


—Pues no, querido maestro. No todo orgullo es soberbia. Es más, la mayor parte de los vanidosos enmascaran su inmodestia dando lecciones de humildad.


Yo estoy feliz y orgulloso de lo que he recibido. ¿Es malo eso? Lo he recibido todo.


Por otra parte, ser cura es vivir cientos de vidas; es amar a muchas más personas de las que caben en la memoria; es sufrir sin perder la paz; es disfrutar con las alegrías de todos. Y comprender al final del día que uno no tiene nada, no sabe nada, no puede nada, no es nada. Y sin embargo…


Trataré de explicarlo en sucesivas entradas.

17 comentarios:

Altea dijo...

Hace falta vocación, pero supongo que también hay que ponerse a tiro. Al leer esta entrada me he acordado, no sé por qué, de aquel pequeñajo en el oratorio de su cole, sentado mirando al frente. Un profesor lo vio y al preguntarle qué le pedía a Jesús, le contestó: "No, nada. Yo le miro, y le pregunto si puedo ayudarle en algo". Eso es ponerse a tiro.

Anónimo dijo...

Qué suerte los alumnos que estén con usted en la Sierra. Me imagino que además de estar aprendiendo mucho se lo estarán pasando fenomenal. Tenga por seguro que tiene un oficio fantástico y no tenga miedo a sentirse orgulloso, pues curas como usted serían muy necesarios en estos días en que vivimos. Seguramente sus alumnos a la vez que están estudiando y rezando, terminarán con un máster en ornitología.
Yo también estoy orgulloso de todo lo que he rebibido, que es mucho...MUCHAS GRACIAS POR SER COMO ES

Jesús Sanz Rioja dijo...

Bueno, ser profesor tampoco está mal (a pesar de todo).

Anónimo dijo...

Desde luego, me imagino que debe merecer la pena ser cura... aunque sólo sea por la sensación que debe producir que haya gente que acuda a ustedes en momentos de desesperación, vacío, intranquilidad, incertidumbre, etc... en busca de consuelo, ayuda, ánimos, y de mil consejos -que ojalá tuviéramos siempre presentes-.

En fin.... espero que se enorgullezca ser cura, pero también de ser "MI CURA FAVORITO". (Ojo! que un piropo viniendo de mí, vale más, jejeje) ;o)

Enrique Monasterio dijo...

Hace un mes escribí un "elogio del elogio" en este mismo blog.
No quiero retractarme ahora; pero da un poco de vergüenza leer algunas cosas. Querido "anónimo": aplaude (o censura) lo que escribo, lo que tengo o incluso lo que hago; pero no llegues más lejos. No aplaudas lo que "soy". Sólo yo lo sé. Y te aseguro que no vale la pena.

Anónimo dijo...

Algo que siempre me ha llamado mucho la atención, es que los sacerdotes tienen dos ángeles de la guarda lo que es una ventaja extra: ej.: uno te te busca sitio para aparcar y el otro te entretiene al dependiente para llegar antes de que cierren.

Por otra parte tienen más facilidad para explicar las cosas. 13 años de colegio y de lo único que me acuerdo es de algunas meditaciones. Sobre todo de la última... y seguramente por eso se dónde está el Norte y perderse en el mapa de la vida con una buena brújula tiene más delito.

Gracias por el blog

El payaso triste dijo...

GRANDE!
p.d.: espero que vea pajaros-boya

Anónimo dijo...

Que sepa que esperamos con ilusión el 2, el 3... y los que quiera escribir porque nos viene bárbaro que nos recuerde lo maravilloso de que Dios los pusiera a ustedes en este mundo y lo cazurros que somos al aprovecharlo tan poco...

Sinretorno dijo...

Este blog es buenísimo, la bomba. Yo he picado. Nací en una casa donde el hermano de mi madre era sacerdote. Pensé que todas las familias tenían padre, madre y un tío cura. Después de mamá aprendí sotana.Quiero ser cura, que tengo que hacer? Y casi tengo cincuenta años.

Sinretorno dijo...

En serio no es broma.

Sinretorno dijo...

Ni se lo digo por dar buen ambiente.

Enrique Monasterio dijo...

Cuando me ordené, en 1969, mi hermano mayor, Manolo, vivía ya en Estados Unidos —creo recordar que en Dallas— y empezaba a ser médico. De dinero andaba regular, y como estaba casado y con un niño, me escribió para decirme que no podría venir a la ceremonia; pensaba que no tenía derecho a hacer ese gasto.
Pero las cosas salieron de otro modo: Zulma, mi cuñada, se conoce que lo vio triste. Le sacó el billete y lo facturó para Madrid. Nunca se lo agradeceré bastante.
Nos encontramos por sorpresa, cara a cara, en la Calle Mayor. Yo iba con mis padres, y él volvía en dirección contraria tratando de adivinar dónde estábamos. Me dio un abrazo y dijo:
—Estaba seguro que el cura de la familia serías tú.
Me quedé con la frase: sí, en cada familia debería haber por lo menos un cura. Y me había tocado a mí. Ojalá recuperemos esa sana convicción y tratemos todos de conseguirlo.

Anónimo dijo...

El otro día una antigüa compañera del colegio me comentó: "Vi el otro día a D. Enrique y no sabes que cariñoso. No entiendo cómo se puede acordar de todas y tenernos tanto cariño".

No me acuerdo que le dije por que hablo sin parar y me resulta imposible acordarme de lo que digo. Sin embargo, me acuerdo de lo que pensé. Pensar, pienso menos.

Me acordé del libro del Principito de S. Exupery y de su rosa. El principito vivía en un pequeño planeta con una rosa a la que apreciaba extremadamente. Un día viajó a otro planeta y se econtró un montón de rosas como la suya, que el creía única y se entristeció. Entonces otro personaje le consoló "tu rosa es importante para ti por el tiempo que le has dedicado".

¿Cómo no nos va a tener cariño con todo el tiempo que nos ha dedicado y los quebraderos de cabeza que le hemos dado a lo largo de tantos años?. A más quebraderos, más cariño.

Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Y que conste que, con el tiempo, se valora más eso de tener un hermano cura... en serio.

Enrique Monasterio dijo...

Conclusión: este tipo de piropos son los que te hacen pensar que quizá deba configurar el blog para que los comentarios sean autorizados por el menda.
No lo he hecho hasta ahora porque a uno no le gusta censurar las críticas, pero, francamente, no estaba preparado para esto.
Lo pensaré un poco más; pero, porfa, no me pongáis colorado en público. Tampoco me pongaís verde, of course.

Sinretorno dijo...

Ni se le ocurra poner moderaciones. Todo cara a cara. Ahora animamosluego, si persevera con el blog,nos asomaremos y basta. Ponga contador de entradas, estaditicas.com Mñana en Misa rece por nosotros as.

Anónimo dijo...

¿Llego a tiempo?

Vaya semanita.

Me ha gustado mucho esta entrada del blog.

Sugiero números romanos para los capítulos.

Un saludo