Había olvidado esta anécdota y la recordé ayer de pronto, mientras predicaba en un funeral. Como la conté muy torpemente, la redacto ahora, adornándola lo justo para no falsear la historia.
No recuerdo su nombre. Un amigo común la convenció para que hablara con un sacerdote, y me planté en su casa de buena mañana.
No parecía enferma. Sentada en su butaca, frente a la tele, lucía un aspecto normal, incluso saludable. Me dijo que tenía 30 años —aparentaba menos— y que los médicos le habían diagnosticado una enfermedad degenerativa irreversible, cuyo nombre también he olvidado. En su caso el proceso era muy rápido, y no había más tratamiento que el paliativo.
Entre otras cosas, le pregunté por su trabajo. Sonrió.
—Mi trabajo era decorar mi curriculum y mandarlo por ahí para ver si colaba. Hay cientos de papeleras en Madrid que ya lo han digerido.
Unos meses más tarde me volvió a hablar del curriculum. La visité en una clínica donde había ingresado de urgencia con graves dificultades respiratorias.
—No sé si me admitirán en el cielo. Mi curriculum no da el perfil que buscan allí arriba. Supongo que, cuando lo presente, también lo tirarán a la papelera.
Hablamos del buen ladrón, que robó el cielo en un segundo, sin más méritos que el de ser compañero de condena de Jesús. Para ganarse el cielo no necesitó adornar su expediente.
Dicen que en la cárcel, entre los que sufren una misma pena, nacen amistades indestructibles. La celda compartida crea un vínculo que obliga tanto dentro como fuera, cuando uno recupera la libertad.
—¡Acuérdate de mí cuando salgas…!
Las palabras del buen ladrón—“acuérdate de mí cuando estés en tu reino”— son expresión de esa misma solidaridad.
—No te preocupes, colega. Hoy dormirás en mi casa.
—¿Y el curriculum?
Para llegar al Cielo lo único importante es ser amigo del Dueño y ganar la última batalla.
2 comentarios:
Es custión de enchufe, como todo en esta vida. Nada como ser amigo del hijo del Jefe y entras fijo fijo... Y si eres muy amigo, con "cargo" y todo.
El enchufe es fácil de adquirir, en los confesionarios fijo que está el hijo del jefe. También en más sitios pero ahí fijo fijo fijísimo. O sea, fijo.
Para acceder al Cielo, el enchufe que más me gusta lo propone el mismo don Enrique en El belén que puso Dios. Allí dice que en el Cielo hay una Reina, y lo que Ella manda se cumple...
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