viernes, 14 de septiembre de 2007

En el tanatorio, ayer por la mañana

Nuestra Señora del Silencio


Tenía que celebrar una Misa a las 12 del mediodía en el tanatorio de La Paz, a las afueras de Madrid, y llegué con tiempo suficiente para rezar un responso ante el cuerpo del difunto, para hacerme cargo de la situación y preparar lo necesario para la ceremonia.

La capilla es amplia, con un gran altar en el Centro, una bonita imagen de la Santísima Virgen en lo alto del presbiterio y un sagrario de hierro forjado a la derecha con la lámpara encendida, que señala la presencia del Santísimo Sacramento.

Entré en la Sacristía. Aún faltaban cuarenta minutos para las 12 y yo no había preparado la homilía. Elegí los ornamentos, dispuse los vasos sagrados, y, cuando estaba señalando las lecturas, oí el estrépito de una multitud gritona que entraba en ese momento.

Resultaron ser “Testigos de Jehová”. El que mandaba el grupo torció el gesto al verme. Se conoce que no esperaba ver un cura católico, vestido de cura católico en una capilla católica. Dijo que iban a tener una “despedida fraterna” de un miembro de su comunidad que había fallecido, y que, por tanto, “había” que tapar el Sagrario, la imagen de la Virgen y el Crucifijo.

—Si les molestan los símbolos religiosos, tal vez podrían tener su reunión en el vestíbulo o en el jardín, que es suficientemente amplio… (o en la cafetería, pensé).

Empezó a hablarme de libertad religiosa y le interrumpí:

—Mire, yo estoy aquí de visita. No se preocupe. Ocultaré todos los símbolos cristianos y retiraré el Santísimo Sacramento a la sacristía para que no se sientan incómodos. A cambio, les pido que sean breves y que hablen en voz baja para no molestar a los que están rezando. Dentro de un rato se celebrará aquí una Misa.

Revestido ya con el alba y la estola morada, escuché desde la sacristía las palabras del predicador y el griterío incontrolado de la gente. No me pareció que nadie rezara.

Al terminar, pedí al conductor del grupo que me ayudara a descubrir las imágenes. Muy amablemente me contestó:

—Hágalo usted. A mí eso no me importa nada.

No pude aguantarme y lo siento: le pregunté si yo podría celebrar la Eucaristía en el “templo” de su comunidad en caso de que lo necesitara. Me respondió que no, por supuesto, y se alejó.

Mientras quitaba el velo morado de la imagen de María Santísima, le pedí perdón por no haberla saludado al llegar, a pesar de que estaba guapísima. Al trasladar el Santísimo, dije al Señor que predicara él la homilía. A mí, con tanto barullo, se me habían quitado las ganas de prepararla.

Abandonaron la Capilla los testigos y entró la familia del difunto y un centenar de amigos. La atmósfera había cambiado. El ambiente de recogimiento me emocionó más de lo normal. Me puse la casulla, encendí las velas y empecé la Misa.

La homilía salió sola. Quizá me alargué demasiado, pero creo que nadie se dio cuenta.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Don Enrique (perdone que no le llame Padre, pero en un blog no sé si sería normal), le doy la razón en cuanto a lo dicho, pero quería señalar que los tanatorios siempre me parecieron muy hostiles. Soy de un pueblo, tampoco un pueblo pequeño, unos 18.000 habitantes, la familia de mi madre es de un pueblo algo más pequeño, de unos 12.000, y seguramente será por las costumbres de los pueblos, pero a mis abuelos, tanto paternos como maternos -los únicos familiares próximos a los que, gracias a Dios, he visto enterrar, aunque con mi abuelo paterno era muy pequeño- les velamos en casa. Llevar a alguien en una bolsa hasta depositarlo en el ataúd y no velarlo en casa, no sé, no es algo que me parezca agradable.

Cristina V dijo...

¡Qué barbariad!Las cosas qué se ven hoy en día .Me imagíno el mal trago que tuvo que pasar.

Anónimo dijo...

Ésta es la tolerancia que proclaman algunos. La de los demás, pero ellos son más intolerantes que nadie. Y cuanto más alto la proclaman, más intolerantes son.

Bernardo dijo...

Buenos días Don Enrique.

Perdone mi torpeza, hoy debo estar más obtuso que de costumbre.

Los testigos de Jehová, ¿tenían algo que ver con "su" difunto, o traían el suyo propio?

Qué lástima de gente, cuánto ruido y qué poca paz interior. Sobre todo en un cementerio el contraste es mucho mayor. Vendrían ya "calentitos" de algún encontronazo en otro sitio (quizá no habían "pedido hora" para usar la capilla). Aún así, esgrimir la libertad religiosa como el que empuña una clava, no sé yo...

Dal dijo...

En mi modesta opinión usted, como sacerdote, hizo lo correcto, por prudencia y porque no era su sede. Pero yo como seglar imprudente les hubiera mandado a freír monas, a ellos y a su presunta libertad religiosa. El funeral seguro que también sirvió de desagravio al Sagrado Corazón.

Anónimo dijo...

Estoy segura, conociéndole, de que no exagera ni un pelo. Ver para creer.

Coincido con el contrarrevolucionario en la gelidez e impersonalidad de los tanatorios -sobre todo, en una gran ciudad como Madrid-. Es algo escalofriante, que hace más duro todavía el trance de la muerte.

Juanan dijo...

No sabía que los Testigos de Jehová hicieran esas cosas tan escandalosas. De hecho, sé muy poco de los Testigos de Jehová.

Pero lo que no entiendo es por qué tuvieron que ir a meterse en una capilla cristiana... ¿por qué no lo hicieron en su templo, o en otro lugar del tanatorio?

Lo de la libertad religiosa está muy bien, si no, esto no tendría ningún sentido. Pero hay un lugar para cada cosa: los funerales cristianos en la capilla cristiana, y las despedidas fraternas en los templos de los testigos. Y si no hay, no te metas en un templo ajeno invadiéndolo. Hasta ahí podíamos llegar.

Anónimo dijo...

impresionante historia..... qué gente, colega!!

patzarella dijo...

Interesante historia. A veces hay que dar un caramelo y recibir una bofetada a cambio... Such is life! Yo me quedo con la imagen de la virgen, desde la primera vez que la posteo me gusto pero ya no la había encontrado. ¿De dónde es? Parece estar diciendo: "shhh, calma, no digas nada.."

Y entonces me acuerdo de aquello de "...callar no te arrepentirás nunca...", aunque supongo tendrá sus matices, ¿no?

Enrique Monasterio dijo...

Todo tiene sus matices, Patzarella. La Virgen del silencio, que es patrona de los sordos, tiene muchas representaciones semejantes. Yo la busqué en Google-imágenes y bajé ésta.

Lucía dijo...

La imagen de la Virgen es preciosa,la historia deprimente si no fuera porque cada vez se repite más esa tolerancia intolerante y si nos deprimimos cada vez ,no levantamos cabeza.¡lo que hay que aguantar!

Anónimo dijo...

Hola, me gusto su ejemplo a seguir con nuestros hermanos, la educación se mama y a estos les falto.

Felicidades Padre, siga siendo humilde y sencillo de corazon.

Dios le siga bendiciendo

patzarella dijo...

Supongo que sí... ¿Y la parte de "hablar muchas veces"? ¿Qué no es mejor la verdad aunque duela? A veces no se si callar es cobardía o comodidad..., o tal vez caridad... No sé...