domingo, 18 de enero de 2009

Jazz


Al salir de la clínica, oigo una conversación.

—Se nos ha echado la noche encima.

También yo la siento sobre los hombros. ¡Cuanto pesa la noche de Madrid!

Al enfermo que acabo de visitar ya no le importa el paso ni el peso del tiempo. Me he fijado que llevaba en la muñeca un reloj parado a las cuatro y media Dios sabe de qué día. Tal vez sea ésta su última noche. Si es así, tendrá —estoy seguro— un amanecer gozoso.

Lo escribí ayer. A estas horas casi estoy triste, pero hoy no debería estarlo: no hay trabajo más alegre para un cura que acompañar a aquellos que están a punto de entrar en la vida eterna.

Camino de casa oigo por la radio un concierto de jazz y me dejo llevar por el lamento melancólico de un saxofón. También rezo el rosario. ¿Por qué no? Acompañadme.

8 comentarios:

Yuria dijo...

Le acompaño.

Anónimo dijo...

Vale, le acompaño con el rosario!!!!

Anónimo dijo...

claro que lo acompañamos. ¡por supuesto!

Anónimo dijo...

Por supuesto lo acompaño, faltaría mas.

Anónimo dijo...

Le acompaño con el rosario. El otro día oí que el rosario es cómo la lluvia que riega las plantas. Sin ella las plantas no crecen y florecen. Me gustó.

Anónimo dijo...

LLego a este blog, desde el enlace de una amiga de la Obra. Maravilloso.
Va a ser usted mi perdición. 3 años de blog atrasado, y si es todo tan bueno como lo que he leido hasta ahora, para leerlo completo.
Un saludo, de su más reciente adicta

Anónimo dijo...

Preparate Lola ,a mi me paso esto hace un año, y hasta que no me he puesto al dia no he parado.
Afirmo que hay adicciones buenas, merece la pena el esfuerzo , ponte al dia.

Anónimo dijo...

El Rosario: arma poderosa.