miércoles, 29 de julio de 2009

Junto a la iglesia

Terminada la confesión, el anciano se levantó con dificultad del reclinatorio y, acompañado por el sacerdote, que le servía de apoyo, salió a la calle. Antes de subir al taxi, se despidió de él con estas palabras:

—Ahora ya me conoce de verdad: soy sólo basura.

—No pensaba en usted —contestó el confesor—, sino en aquello que escribió Manzoni: “el hombre crece cuando se arrodilla”.




8 comentarios:

Anónimo dijo...

Andar en la Verdad : ¡cuánto bien nos hace a todos!

Anónimo dijo...

Es la frase mas bella que he oido en la vida.

Gracias

Pierre Nodoyuna dijo...

Es bueno poder dejar la basura en la puerta por fuera. Una suerte tener la confesión. Usemosla más amenudo, pues a veces hiede.

Anónimo dijo...

Y cuando se siente basura...indefenso.Gracias

Anónimo dijo...

Después de confesarse, hasta apetece hacerse de Bilbao.
Es muy bueno, es buenísimo ponerse de rodillas

Anónimo dijo...

Uds. los sacerdotes son unos privilegiados de Dios, pues se les concede ver y palpar todo cuanto la potencia de la Gracia de Jesucristo puede realizar en un alma que de verdad desea reconciliarse con Dios.
Claro que tendrán que oir pecados aborrecibles en sus ratos de confesionario, pero imagino que lo bueno prevalece sobre lo malo.

Ave del Paraíso dijo...

Tener conciencia y arrepentirse de los pecados es un gran paso hacia la superación. Cuando uno se arrepiente de sus pecados se siente mal, sucio, miserable y el sentirnos perdonados nos da la fuerza necesaria para no caer en el mismo error e intentar ser mejores personas. Qué importante es la confesión. La confesión nos ayuda a progresar.

Isa dijo...

Gracias por esta entrada; cuánto me ha gustado.
La confesión es un regalazo de Dios, que nos quiere mucho mucho.
De vez en cuando es bueno sentirse basura y dejar que nos limpien bien.