miércoles, 27 de abril de 2011

Contento como unas Pascuas

Algo dije ya de este personaje. He aquí la historia completa. 


Tiene ochenta y muchos años y me autoriza a contar su historia con tal de que no ponga su nombre. Viene a hablar de sus dos nietos, pero su locuacidad nos lleva muy lejos. Dice que está contento “como unas Pascuas”.
―¿Por qué no voy a estarlo si tengo de todo?
Puntualiza que no se priva de nada: tiene un marcapasos en el corazón, que funciona “divinamente”; un par de rodillas “postizas”, que no le duelen porque no son suyas…
―A veces  parece como si dolieran, pero no puede ser verdad. Por tanto no me quejo.
También sufre una diabetes antigua a la que ha cogido cariño “porque lleva conmigo muchos años”. Ve poco ―cada día menos―, pero lo suficiente para seguir leyendo y olvidar la televisión. Y como el médico no le deja aumentar de peso ―”si engordo se me descomponen los engranajes”―, se siente ligero con sus cincuenta y tantos kilos y su peculiar sentido del humor.
―Tengo que dar muchas gracias a Dios. No me falta de nada.
Me mira de frente como sólo saben mirar los viejitos buenos y los niños malos.
―Mis nietos están siempre enchufados a alguna maquinita. Y no es que me parezcan mal. Es el exceso lo que los atonta. Yo también tengo teléfono móvil; lo que pasa es que lo pierdo continuamente y tengo que pedir a mi mujer que me llame para ver por dónde suena. Ayer mismo lo encontré en la caja de las galletas. Se conoce que había ido a robar una o dos a media mañana ―el médico me deja, pero mi mujer no ―,  y con las prisas, metí dentro el teléfono. Menuda regañina me cayó.
Hace una pausa y yo trato de enderezar la conversación hacia nuestro asunto. Se ve que le cuesta hablar de los padres de sus nietos, de su hija, que está separada y vive fuera de España, casada por lo civil.
―Me enfado con Dios muchas veces; pero son sólo peleas de amigos. Luego nos pedimos perdón (sic) y santas Pascuas. Yo pido a Dios que traiga a mi hija unos días, aunque sólo sea para que vea a sus chicos alguna vez. Están aquí, y si no fuera por las maquinitas… Es que el mundo no anda bien. Ya cambiará. Yo he vivido muchos años y sé que nada es definitivo.
De pronto se engancha con las noticias de actualidad. Se ve que es hombre culto, de muchas lecturas bien digeridas, ágil de cabeza e infatigable devorador de periódicos. Me habla de Japón, Libia, el Próximo Oriente, China, Latinoamérica, la Unión europea… Y, cuando de pronto, salta al euro, al precio del petróleo y a las energías renovables, me echo a reír y le digo que no puede ser; que no es cierto eso de que no tiene estudios, que fue tractorista y camionero en su juventud.
―Es que la enfermedad da para mucho ―se justifica―. He tenido tiempo para leer, para pensar y para hablar con el de arriba. Ahora, con los años, Dios me ha concedido la gracia más grande: la de ser un escéptico.
―¿Escéptico?
―Es que no creo en casi nada. Desconfío del progreso, de las nuevas tecnologías y de la arrogancia de los ideólogos. No sé si dentro de veinte años Europa seguirá siendo Europa, y la verdad, me importa un pito. Durante siglos los hombres se dispersaron por el Planeta y dieron origen a multitud de lenguas y razas. Ahora ha empezado el regreso. Volvemos a encontrarnos, y si nos mezclamos bien al fin habrá sólo una raza, igual que en el Paraíso. Y llegará Jesucristo sobre las nubes del Cielo, y con él, el fin del mundo.
Se queda callado unos segundos para tomar aliento y para mirarme de reojo, a ver qué cara pongo. Al fin dice:
―Tampoco me importa la salud. Soy muy pesimista sobre la marcha del mundo; pero Dios me hace vivir de esperanza. Todo lo que tengo es un regalo suyo. Él es mi marcapasos. Cuando se pare, “hasta luego, Lucas”. O sea que soy feliz.
―¿Cómo unas Pascuas?
―Eso, como una Pascua florida. 


11 comentarios:

Bernardo dijo...

Al saber llaman escepticismo.

Altea dijo...

Jo, qué envidia de hombre. Yo quiero envejecer así.

LAH dijo...

Cuanto se aprende de ellos! ...ahora se les meten en residencias y alli se quedan sus sabidurias.
Pues dale un abrazo de mi parte vale? un abrazo

Carlos García dijo...

Omne aevum curae; cunctis sua displicet aetas. Todo tiempo en la vida tiene sus problemas y ningún hombre está contento con sus años. O sea, lo que ya decía la Biblia (cada día tiene su propio afán) y la mística hojalatera.

Gonzalo GY dijo...

Como dice LaH, ¡Cuánto se aprente de ellos!

Me guardo la frase:

"Me mira de frente como sólo saben mirar los viejitos buenos y los niños malos."

adela dijo...

Está claro que el conocimiento nos sirve para ganarnos la vida pero la sabiduría nos ayuda a vivir. AC

Nuevepornueve dijo...

Me acaba de dar la mejor medicina para que me de un poco más igual lo que pase hoy en el Bernabéu. Estaba de los nerrrvios.

Que torpe y cutre puedo llegar a ser a veces. Y qué bien me viene pasar por aquí siempre.

Cordelia dijo...

No viene a cuento de esto, pero hoy se ha suspendido la misa del cole porque el sacerdote TAMBIÉN se va a Roma. Para mí que este finde en Roma se va a hablar más español que otra cosa.

antuan dijo...

pues mi hemano pequeño el dia que fue a buscarme al tren le digo: quetal el trabajo?. nm falta. con semejante. cuñao... hoy cmple mi madre 89 y tambien carmelo k esta sembrando patatas. los langostinos de cena

Vila dijo...

Parece sabio este buen hombre. Con ese espíritu y alegría da gusto vivir.

Se ve que le ha caído estupendamente y que pasó un rato (supuestamente largo) muy muy agradable.

Cuando he leído a Gonzalo me ha hecho gracia, porque yo también me había quedado con esa frase, y pensando: Uff, menos mal que yo sé cómo le miro (o cómo le esquivo...)

Y sobre la sentencia del Búho: casi mejor que no digo nada sobre la edad, que ya dije mucho...

Antu dijo...

De la leyenda apuesto sin tener ni idea lo de cuntis me dice mi hermana que sabe algo más de latin: cuntis:amparo... bajo tu amparo ¿quetal? y diliget tiene que ver con juramento. Hecho. La oracion del Acordaos. a la espera estoy. intentare rezar muchos más hoy aunque solo sea por ese si o no descubrimiento. Adiosle