―A estos tíos te
juro que yo les pegaba dos tiros.
El presunto homicida tendrá dieciséis o diecisiete años. Es un chaval pequeño y regordete,
lo menos parecido a un delincuente convencional; pero es indudable que está muy
enfadado.
Su colega, algo
mayor que él, viste una chupa negra con el escudo del Atleti y se peina con
aspiradora y gomina. Luce un pendiente distinto en cada apéndice auricular y
tres arandelas al norte de la oreja derecha.
―Bueno, tío; yo me
bajo aquí. ¿Vendrás luego con los colegas?
El gordito se
queda solo y yo aprovecho para ocupar el asiento vacío que ha dejado el otro.
―¿De verdad les pegarías dos tiros?
El pistolero no
parece sorprenderse por mi intervención. Visto de cerca parece aún más joven. Me mira y remacha:
―O tres.
―¿Qué te han
hecho?
―A mí nada; a mi
hermana.
El autobús va
perdiendo pasajeros a medida que nos acercamos a mi destino. Quizá por eso, en
vista de que no nos oyen, el chaval se desahoga y cuenta con una historia terrible de drogas, violencia y algo más.
―¿Cuantos años tiene tu hermana?
―Catorce.
―Si te decides a
darles dos tiros ―le digo―, llámame y te acompaño.
Antes de ponerme
en pie para salir, le entrego la última tarjeta de visita que me queda. El crío me
mira hacia arriba y me pregunta cuál es mi iglesia.
Vuelvo a sentarme.
Total, puedo bajarme en la siguiente parada.
Es majo el
chico. Se llama Iker, es del Madrid y quiere ser mecánico.
Ya en la calle, y como
despedida, me suelta un extraño elogio:
―Para ser cura,
eres bastante normal.
En casa me preguntan si me encuentro bien. Parece que no tengo buena cara.
15 comentarios:
Holaaaaa! esta bien eso de meterse, digamos intervenir oportunamente en las conversaciones, yo tambien lo hago, llamemosle descaro y sobre todo en un cura debe descolocar un poco y resulta simpatico. Portazgo me trae buenos recuerdos, yo me bajaba tambien en esa parada de metro, hay familias de mi pueblo que se fueron a vivir ahí y cuando no conocia a casi nadie me iba a verlos. Luego caminaba por la avenida de la albufera, otras veces iba al Fontarrrón y poco más. ahora me queda un poco lejos. Bueno espero que Iker le responda. Adiosle
Será el corte de pelo
Para ser una historia normal es bastante divertida.
¿le va a ayudar con los tiros?
Hombre...dos tiros,dos tiros....suena hasta mal,pero bueno si se trataba de eso,casi mejor romperle las dos piernas...igual en el periodo de convalecencia reflexionaba un poco,no le parece...
Es una historia triste la de la niña, no me extraña la reacción del chaval. Espero que pueda echarle usted un cable. Rezo.
¡es usted un crack de las conversaciones improvisadas¡¡
Yo soy más bien de las que mete la pata, aunque eso también tiene su lado divertido
Por cierto, la anécdota me ha encantado
Vaya historia.. estos chicos son la mar de majos pero no saben como lo tienen que hacer. rezaremos
Vaya... no es la primera vez que le consideran un cura "normal"
Parafraseándole, le diría que qué grande es ser cura, y mucho más ser un cura normal (según manda la norma)
Marita
La verdad es que el encuentro es bastante dramatico,no me extraña que le encontraran con mala cara al llegar a su casa,pero debiamos meditar mucho y reflexionar sobre lo que nos ha contado. ¿Que juventud estamos "construyendo"?Espero que su "normalidad" haga pensar al chico y elegir un camino correcto,Gracias T.S
Finalmente el que uses sotana o rasophoro, no implica que no tengas sentimientos, ni dejes de ser humano.
Qué fuerte!! Me ha parecido muy bonita la "anécdota", y aún más pensando que es real...
Aunque a lo mejor bonita no es la palabra...
Siempre me admira con qué desparpajo inicia usted conversación con las personas. ¡Me da una envidia!
La sotana sé lo que es, pero ¿qué es un rasophoro?
D.Enrique,cada día me conmueven más sus historias y me gustaría que más gente pudiéramos ayudar tanto...
Lucía
Me encanta. Si todos nos metiéramos con esa naturalidad y discreción en la vida de los demás... quizá otro gallo cantaría
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